Voz que no se apaga: A 100 años de la muerte de Belisario Domínguez

Por Enrique Figueroa Anaya.

El 7 de octubre de 1913 parecía un día normal. Su hijo, Ricardo, había visitado a su padre aquella noche en habitación en la Ciudad de México ubicada en San Juan de Letrán. Al despedirse nunca supo que sería la última vez que vería a su padre con vida; Belisario Domínguez, senador por Chiapas, no llegaría al 8 de octubre.

A 100 años de la muerte de Belisario Domínguez.

De acuerdo a relatos de la época hombres irrumpieron de manera violenta en su habitación del Hotel Jardín. Obligado a subir a un automóvil, esa fue la última vez que alguien había sabido de él. Si bien su ausencia en el Congreso era completamente extraña a un hombre comprometido como el senador, no lo era una posible desaparición. El hombre era un «peligro» para el gobierno.

De gran popularidad y calidad humana, Belisario fue reconocido en su natal Comitán, Chiapas, como médico que nunca dijo que no a cualquier paciente que se posara en su consultorio. Médico cirujano partero estudiado en París, Belisario nunca se despegó de los problemas de su natal Chiapas.

Fue a inicios del siglo XX cuando Belisario, quien llevaba a ciudad de México a su esposa Delina a atenderse como necesitaba, que Belisario empezó a hacer notar los enormes retrasos que los habitantes chiapanecos vivían por parte del gobierno.

Hoy día es muy común reprochar a los políticos por su falta de congruencia; a Belisario no, jamás. Adherido al movimiento de Francisco I. Madero, en enero de 1910 se convirtió en presidente municipal de Comitán y en marzo de 1913 en senador de la República.

Durante la proclamación del Plan de Guadalupe, que desconocía al gobierno impuesto de Victoriano Huerta, muchos legisladores desearon emprender el rumbo hacia el norte. Fue Venustiano Carranza quien sugirió a los legisladores permanecer; en esa situación brilló Belisario. Férreo opositor al régimen, crítico y contestatario, nunca dudó en criticar a Huerta. Para el senador Domínguez no había nada peor que el desprecio hacia los derechos de los mexicanos.

En septiembre 16 de 1913, después del informe de Victoriano Huerta frente al Congreso, el senador lanzó sus más recordadas palabras. En ese momento Estados Unidos no deseaba reconocer a Huerta como presidente y el país continuaba enfrascado en batallas revolucionarias. Frente al miedo de los lgisladores la voz valiente de Belisario.

El 23 de septiembre, después de ser rechazada su lectura en el Congreso, Belisario imprimió otro discurso crítico y severo. Criticó y denunció la situación del país y lo «sanguinario y feroz» de Victoriano Huerta. Si bien el texto era severo, éste no tuvo ausencia de ideas ni de propuestas. Se debía «deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta».

Sin miedo volvió a alzar la voz seis días después en un texto donde dejó claro que conocía su propio futuro. Gente cercana al senador pidió que se ocultara; Belisario no quiso.

Frente a la desaparición del senador la Cámara designó una comisión para investigar el paradero del senador. No hubo ninguna información sino hasta el 9 de octubre, por la tarde. Belisario Domínguez fue enterrado a la orilla del cementerio de Xoco al sur de la ciudad de México.

Si bien la voz del senador fue apagada, a su muerte el gobierno de Huerta vivió una crisis política que aumentó la inestabilidad del gobierno golpista. La voz de Belisario Domínguez fue acallada; pero el eco de ésta continuó… y continúa.