Por Enrique Figueroa Anaya.

Nacido en Figueras, España, Salvador Domènec Felip Jacint Dalí i Domènech -mejor conocido como Salvador Dalí- visitó en algún momento de su vida, México. El artista, de impactante trabajo que dejaría huella en pintura, cine, escultura y fotografía, sería de alguna manera «rebasado» por lo que él mismo llamó: nuestro país surrealista.

La emblemática frase que retumba en muchos oídos, quizá como intento de explicación de lo increíble que sucede en ocasiones en nuestro país, queda marcada y lo seguirá estando aún con el paso de los años:

De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas.

Con pocos datos de lo que sucedió en aquella visita a nuestro país, la frase de Dalí parece no haber sido equivocada. El mismo André Breton, fundador del surrealismo, pensaba lo mismo; éste llegaría inclus a mencionar, en no en pocas ocasiones, que de volver a viajar lo haría a México. Remedios Varo y Leonora Carrington, por mencionar algunas artistas, fijarían su residencia en nuestro país donde encontrarían inspiración para su labor surrealista.

Como representación del subconsciente, por momentos fuera de lo «razonable», el surrealismo era una corriente de carácter inmediato. Se trataba de un movimiento que no buscaba referencia en lo real, ni tampoco hacía mucho reflexión sobre ello. Para Breton, se trataba mas bien de un dictado del pensamiento; del reflejo real de cómo funcionaba éste.

Tras ser acusado de defender al movimiento nazi, en parte por negarse siempre a denunciarlo, Dalí sería expulsado y caído en gracia entre muchos de sus compañeros artistas. Surrealista, como él, resultaría su expulsión del movimiento que aún hoy sigue ligado a su nombre.

Para cerrar, y por si el surrealismo mexicano no fuera suficiente, a continuación un video de la «surrealista» entrevista que Jacobo Zabludosvky le realizaría a Dalí.