Por Asfaltos.
Fotos de Alicia Ávila.
Me encanta el Festival Marvin, apenas son dos ediciones a las que asisto, pero me encanta. El festival es una de las experiencias más interesantes que se pueden vivir para quienes gustan de descubrir música. La música en vivo, además es distinta, se siente, se vive diferente; por ello me encanta el Festival Marvin.
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Llegué temprano a uno de mis foros favoritos. Enclavado en la colonia Roma, arriba de una de las cantinas con más hype de la ciudad -la Covadonga-, mi recorrido comenzó precisamente en ese foro: Covadonga Salón.
Con cierto retraso, pero con «la bandera» aguantando, la primera cita correspondió a AJ Dávila, desde Puerto Rico. Con un sonido preponderantemente rockero, con algo de punk y muchas distorsiones en las guitarras, las canciones de AJ Dávila sonaron llenas de energía en un Covadonga que apenas «amanecía» en el festival. No faltó el humor y el desparpajo de la presentación, parte de la música de un proyecto que se presentó con éxito ante un público mexicano que le cobijó.
Unos 20 minutos después de lo planeado, los chicos de Odisseo subieron al escenario del Covadonga Salón. El proyecto integrado por Daniel, Edgar, Esteban, Rodolfo y Manuel destila rock con sentimientos encontrados. Sus letras, que combinan amor y odio, contradictorios pero siempre tan cercanos, fueron una vez más parte de la tarde en la que se ganaron a los presentes. La gente, de inmediato, conectó con su propuesta; muchos -mas bien muchas- lanzaron sus primeros gritos del día.
Subiendo una vez más a los escenarios, el turno en el Covadonga Salón correspondió a La Banderville. Con algunos problemas al inicio, el proyecto oriundo de Ciudad Satélite se acomodó pronto en un escenario que a fuerza de ser sinceros, lució un tanto frío; quizá a pesar de la intención de presentar a proyectos más «taquilleros» al inicio, el público seguía firme en su intención de presentarse al final (o quizá muchos se lanzaron a las cercanías del Parque España, sobre todo al Caradura). De cualquier modo, y con un «así es cuando no tenemos soundcheck, pero está chingón», La Banderville cumplió con un setlist lleno de emociones.
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Después de comer algo de mi muy improvisado lunch, cerca de las 17:30 horas dio inicio la presentación de Reyno. Fugitivo, melodía ecléctica de esta banda de rápido ascenso, fue la primera canción en abrir el setlist que incluyó melodías como Purifícame, Me voy, Nunca me dejes y Ahrimán. Destacaron, por mucho, Amarrado -que fuera pedida por el público-, Ay de ti y la siempre fascinante Dos mundos. Con un show sencillo, centrados en lo que saben hacer y con uno de los mejores sonidos en vivo, Reyno dio muestras del porqué ha sido abridora de proyectos como Zoé y hasta Imagine Dragons. Se trató de un un concierto muy disfrutable.
Corriendo (bueno, tomé un taxi, pues) llegué al Parque España. No podía perderme por primera vez el escenario al aire libre del Festival Marvin; el muy anhelado escenario al aire libre. Más prendido, con los ánimos a tope, si bien hacía falta cerveza había slam. ¡Slam! Me aventé como «los grandes», pero terminé con un pu*azo en la cara, por lo que a mi avanzada edad decidí retirarme, un poco avergonzado, ¡pero con mucho rock! El show de Los Esquizitos prendió completamente a los presentes con canciones como Lux interior y El planeta sexual. Lamentablemente tuve que irme, por lo que ahora sí corriendo, intenté entrar al Caradura. ¡Misión cumplida, lo logré! Era tiempo de Los Tres. ¡Los Tres en el Caradura!
El show de Los Tres dio inicio con Sudapara en un muy atiborrado Caradura que tuvo que limitar el número de asistentes por cuestiones de seguridad -más que comprensibles-. Afortunadamente logré colarme y escuchar ya en el interior del Caradura Camino con la participación de Vince de Rebel Cats. Alucinante es poco, ver a una banda de este tamaño en un lugar como Caradura fue totalmente una gozadera. Así, mientras nos recuperábamos de Camino, sonó La torre de Babel. ¿Qué les digo? Con la presencia de varios músicos que tocaron o que tocarían en las siguientes horas, quedó en evidencia que el show de Los Tres en el Caradura era imperdible.
Permítanme que me detenga en Los Tres dentro de mi relato, y es que de todo lo que escuché en el Festival Marvin, fue mi show favorito. Morir de viejo fue una verdadera chulada; su clásica Tírate sonó maravillosa; la nueva Hey hey hey hey me convence cada vez más; Olor a gas se presentó junto a Meme de Café Tacvba; y una muy «violenta» versión de Amor violento fueron tan sólo algunas de las pruebas de la genialidad de este trío de cuatro. Visiblemente emocionados, Los Tres no dejaron de hacer refrencia a México, país en el que cerraron una gira que ellos calificaron de «bella». Así, recordando a Salvador Allende, Los Tres brindaron un show memorable que ninguno de los asistentes olvidaremos. El Caradura la marcará como una de sus tardes históricas.
Destacaron también sendos homenajes, el primero a los Tigres del Norte con su versión de Jefe de jefes; un «cover» -jajaja, sí, así fue presentada- a Déjate caer «de Café Tacvba» junto a Meme y Joselo; y el que resultó sorpresivo, maravilloso y muy emocionante, su versión a Lo que no fue será de José José. La noche, por si hacía falta algo, sería desde ya marcada como única.
Un poco acalorado (en realidad mucho), decidí quedarme en Caradura para disfrutar de la propuesta de Yoga Fire, proyecto que -disculpen, no soy muy docto en el género- presumo era rap. Quizá una variante, ya que los músicos hablaron de algo llamado trap, e inclusive pidieron no categorizar lo que hacían; sin embargo, con rimas llenas de calor, Yoga Fire apaciguó a un Caradura que apenas se recuperaba del huracán Los Tres.
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Así, salí a darme una vuelta por los alrededores de la zona que incluye además los foros del Pata Negra y Un Teatro. Sin embargo, y para respirar algo de aire fresco, me quedé un rato caminando y maquinando la reseña que ahora leen. Mi noche la terminaría con los mexicanos Minor Shadows y los argentinos Los Rusos Hijos de Puta. De Minor Shadows, propuesta psicodélica llena de sintetizadores, me quedo con su imponente cierre (de una tocada alucinante) con My girls de Animal Collective; de Los Rusos Hijos de Puta con la tremenda energía de «La Rusa» Luludot Viento, tremenda cantante que destilaba energía en cada una de sus presentaciones -sin duda junto a la de Los Tres, de mis favoritas-.
Así, con emociones fuertes, terminó la cuarta edición del Festival Marvin. Una fiesta musical completa, un esfuerzo que aplaudimos y del que agradecemos haber sido parte. ¡Muchos años más, Festival Marvin! ¡Muchos días como los de hoy!
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