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La primera vez que las vi todas juntas, un día que iba caminando por Paseo de la Reforma, me dije: «Éstas, algun día, se nos van a ir volando». Si bien no se fueron volando, a pesar de que tenían toda la impresión de hacerlo en cualquier instante, las esculturas de Jorge Marín dejaron la avenida más bella de México.
Ubicada sobre el camellón del Paseo de la Reforma, a la altura del Bosque de Chapultepec, la exposición del escultor mexicano fue finalmente retirada. Bajo el nombre Alas de la Ciudad, las piezas de bronce que causaron revuelo entre turistas y curiosos, han sido donadas por el artista michoacano al Gobierno de la Ciudad de México. Regalo espléndido, está por demás decirlo.
Si bien todas las piezas fueron retiradas, una aún permanece (y parece permanecerá); se trata de la famosa escultura con la que el público puede interactuar de modo tal que pareciera adquiriera alas para volar. No sé si yo lo haría -es decir, volar-, la verdad tengo un asunto con las alturas, pero creo que no estaría mal traer un par de alas en la espalda. Bueno, eso pienso yo.
El que ha sido reconocido por el propio Jorge Marín como uno de los puntos más «instagrameados» de la ciudad de México, seguirá atrayendo a curiosos; lo deseable, a decirlo de un servidor, sería que este punto llevara a más curiosos a los diversos museos de la zona. Chapultepec, punto que conecta varios momentos históricos de la capital mexicana, es un sitio emblemático; un oasis defeño.
La invitación está hecha; espero verlos pronto en Chapultepec. Si nos topamos, saluden.
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