¿Qué significa ser escritor en nuestro tiempo?, más difícil aún, ¿cuál es el rol social del escritor en nuestra era? El escritor, a lo largo de la historia, ha tenido muchos matices: desde paria de la sociedad hasta iluminado celestial.
El escritor tiene un rol educativo, la figura del hombre de letras es admirada por el poder que tiene sobre el libro –ese objeto mágico lleno de deseo, sabiduría y misticismo–; al grado de trabajar para destruirlo o crearlo, él es amo de la página en blanco. Gracias al rol educativo, el escritor tiene una denotación de conocimiento casi prenatal.
Por el vasto conocimiento y manejo que el escritor tiene sobre el objeto mágico llamado “Libro” –en algunos casos es fraudulento, ya que editoriales, la crítica y lectores avalúan– en cada letra, historia y declaración que éste hace en nombre de la “Literatura”; el escritor, más de una vez, no se ha guardado el pensamiento para sí, es decir, es capaz de declarar conocimiento con base en cualquier tema: deporte, moda, cine y hasta política
Cuando se habla de política, el rol del escritor en nuestros tiempos llega a su clímax, gracias a las capacidades antes mencionadas. El escritor es capaz de cuestionar, aludir y exponer temas (o personajes) de interés público; en este punto, al escritor se le exige una coherencia inhumana en lo que escribe, piensa y actúa. Los lectores se convierten en sociedad, observaran de cerca cualquier movimiento.
Podemos dar varios ejemplos de escritores memorables que tuvieron cargos públicos como son los casos de Carlos Fuentes u Octavio Paz, quienes fungieron como diplomáticos connacionales en el extranjero, con una pluma y versos inmortales. No me mal interprete lector, esta columna no es un texto que busque linchar a estos personajes o blasfemar en contra de su tradición. No soy tan necio.
Cuando el escritor toma el rol político, siendo un hombre de letras, la dificultad para llevar a cabo lo que se dice en la hoja, se piensa y se actúa en la vida real, es abismal; de nuevo, no es una columna acusatoria, es un escrito que busca describir los distintos roles del escritor en nuestra era. Es aquí cuando empiezan los problemas máximos del escritor, cuando él se vuelve representante de la sociedad; paradójicamente, no tanto por sus letras, sino por su labor pública.
Un ejemplo poco conocido fue cuando Jorge Luis Borges “Cometió el error de prestar el lustre de su nombre a una versión más virulenta del estado fascista de Perón que había condenado. En lugar del culto a la personalidad del peronismo, la Junta de Videla ofrecía una justificación impersonal del asesinato patriótico.” (Greenberg, 2014). No se puede culpar a Borges por errar en algo que creyó o intuyó con base en ideas personales. Simplemente no es humano, sería una falta a la empatía.
Más de una vez el escritor ha sido linchado por estar con “el Poder” o con “la Burguesía”. La reacción agresiva con sentido de reproche por parte de la sociedad habla de la importancia que todavía tiene el rol del escritor en nuestra era. Esa persona en donde se encierra el maestro, el sabio y el representante social a favor de lo que se debe y no se debe de hacer. El escritor sigue siendo una columna vertebral de nuestra sociedad porque; al parecer, no necesitamos tanto de la literatura, sino de lo que éste hace a nombre de ella y de nosotros.
Leave a comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.