Un poco del vals mexicano (Parte I)

Por Enrique Figueroa Anaya.

A unos días de recordar un aniversario más del inicio de la revolución mexicana, escucho en todas las escuelas los tradicionales corridos. Ojo, no tengo nada en contra de ellos, pero de alguna manera se han vuelto comunes y terminan por cansar a más de uno cuando se repiten y repiten con tanta insistencia. Es cierto que el corrido mexicano de esa época refleja con picardía muchos de los pasajes más importantes de la verdadera historia de ese México; la historia de carne y hueso, la de los que andaban a pie. Sin embargo, en esa misma época, había otro México más romántico, en efecto más lejano de la realidad, pero también muy interesante y digno de evocar. Vamos, había más música que sólo los corridos…

El período conocido como porfiriato dotó a la ciudad de México de una época que parecía de verdadero ensueño. Con majestuosas construcciones que se levantaron para demostrar que el orden y progreso instaurado formaba parte del milagro que Díaz logró, después de tres décadas de gobierno, México revivió esos años de ensueño europeo que en su momento maravillaron a Humboldt y que hicieron soñar con un imperio a Maximiliano y Carlota. Por un momento, la ciudad de México, formaba parte una vez más del concierto mundial que probablemente se musicalizó en varias partes con el vals.

Entrando ya en tema, les presento cuatro melodías que acompañaron a aquella sociedad mexicana. El vals, uno de los géneros musicales más apreciados por Don Porfirio Díaz, tuvo entonces un crecimiento importante que les compartiré en la primera de dos entradas relacionadas al tema. ¿Me acompañan? ¡Vámonos al porfiriato! Tiempo de la bella época mexicana; tiempo en el que México estallaría en una violenta guerra…

Caressente.

 

Vals de Ricardo Castro (1864-1907), músico originario de Durango, que fue sin duda uno de los personajes más admirados de la época porfiriana. Compuso diversas obras, entre las que destacan varias óperas de las cuales algunas se han perdido partituras de manera completa. Como figura inmediata del porfiriato, al ganar el movimiento revolucionario, la obra de Castro no ganó muchas simpatías por su inmediata relación al régimen de Don Porfirio. Caressante, obra que les presento, es quizá su obra más representativa al lado del vals Capricho.

Alejandra.

 

Este vals corresponde al sinaloense Enrique Mora (1876-1913), trabajo que realizó por ahí de 1907. Detrás de esta maravillosa obra, se encuentra la leyenda de Rafael Oropeza, que en la ciudad de Pericos, Sinaloa, fue atraído por una bella mujer llamada Alejandra Ramírez. Oropeza de inmediato encantado por la finura de esta mujer, pidió a Mora que escribiera este vals; el final es digno de telenovela, pues Alejandra nunca aceptó a Oropeza y terminó casándose con otro hombre. Se dice que Alejandra continuó bailando muchas veces aquel vals que la haría inmortal.

La Golondrina.

 

La Golondrina de Narciso Serradell Sevilla (1843- 1910) es quizá una de las melodías más tocadas en el país. Este compositor veracruzano, que gozó de una vida envuelta de aventuras, compuso en 1862 esta maravillosa obra. Escrito en una época oscura de México, justo cuando el ejército francés invade tierras mexicanas, Serradell vivió en carne propia la amargura de ver a su patria mancillada. Se dice que al ser prisionero de los franceses (ya que se enlistó en el ejército mexicano), salió del país y sus amigos entonaban la melodía que él mismo había compuesto. Otro rumor habla de que ésta melodía sonó al ser desterrado el propio Porfirio Díaz de una tierra a la que nunca más volvería.

Sobre las olas.

 

No se preocupen si se sorprenden como yo al enterarse que esa melodía que tanto escuchaban, fue precisamente compuesta por un mexicano en 1888. Se trata del vals sobre las olas de Juventino Rosas (1968-1894). Juventino nació en Santa Cruz, Guanajuato, y además de ser un extraordinario compositor, fue también un excelso ejecutante del violín. Se dice que compuso esta bella obra al ver los manantiales de un sitio en la ciudad de Mexico, que le inspiraron a esta melódica tonada que lo convertiría en todo un clásico de la historia musical mexicana.

Fotografía: Av. Juventino Rosas, de Luis Miguel Bastardo.

 

 

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