#Brasil2014: El mundo del Mundial.
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#Brasil2014: El mundo del Mundial

  • Por Daniel Higa Alquicira.

    Inició el Mundial de Fútbol de Brasil 2014 y se confirma una vez más que este deporte es uno de los más grandes aglutinantes sociales. Desde la identidad regional manifestada por los equipos locales, hasta la sensación de un nacionalismo desbordado cada vez que juega cada una de las 32 selecciones participantes; el balompié absorbe y esconde emociones singulares.

    #Brasil2014: El mundo del Mundial.

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    Pero lo que pasa en el campo de juego, que puede ser el Estadio Maracaná o la canchita del barrio, no tiene nada que ver con el mundo financiero y multimillonario en el que se ha convertido el fútbol como consecuencia lógica del mundo comercial y consumista en el que vivimos.

    Brasil invirtió –al menos, según datos de Ministerio de Deportes–, unos 14 mil millones de dólares para organizar la Copa del Mundo. Pero según un estudio económico realizado por la Universidad de Sao Paulo, en realidad son más de 18 mil millones de dólares el gasto que ha generado la organización del mundial.

    En algunas declaraciones el Ministro de Deportes de Brasil, Aldo Rebelo, hace hincapié en los beneficios que dejará esta inversión. «El Mundial dura un mes pero quedan como utilidad pública para el país aeropuertos, puertos, viaductos, vías de tránsito rápido, mejorías en seguridad y telecomunicaciones».

    Esto sería lo lógico, pero hay diversos estudios –como los que ha realizado la Fundación Getulio Vargas junto con otras instituciones– que aseguran que esto no es real, debido a que la infraestructura no fue modificada para beneficio de todos los brasileños, sino solamente para poder mejorar las vías de acceso y movilidad de las zonas cercanas a los estadios sedes.

    Según Guilherme Loureiro y Thiago Carlosla, de la firma bancaria UBS, “en el caso de Brasil el impacto económico a mediano y largo plazo de la Copa del Mundo podría ser menor, teniendo en cuenta la gran extensión geográfica del país y el hecho de que la inversión se limita a ciertas ciudades y estados”.

    Pero esto se ha convertido en el gran problema del gobierno brasileño, que no ha podido desmentir todas las acusaciones que hacen algunos grupos de la sociedad en contra de cómo se han  hechos las cosas y las repercusiones que pueden tener estos gastos excesivos en un futuro cercano, cuando la fiebre del Mundial se haya ido y la FIFA se haya embolsado sus 4 mil millones de dólares de ganancias libres de impuestos.

    Y el precio de la Copa del Mundo no son solamente los miles de millones de dólares que se han gastado, sino el costo social que ha generado. Hay despojos de tierras y desalojos de casas, al menos 10 942 familias han sido desplazadas a la fuerza en Río de Janeiro y se han tenido que trasladar a refugios temporales hechos con casas de plástico en las orillas de la ciudad.

    Se han denunciado “limpias” de los vagabundos que habitan en las calles. Según se percibe en el documental llamado El precio de la Copa del Mundo del periodista danés Mikkel Keldorf, en muchas ciudades sedes los niños de la calle han sido baleados desde carros en movimiento como una forma de mantener un “buen aspecto” para recibir a los turistas.

    Pero el principal problema para los organizadores es la clase media de las grandes ciudades. Con el boom económico de Brasil a principio del siglo XXI, unos 30 millones de brasileños dejaron la pobreza y pasaron a engrosar las filas de la “clase media”.

    Esto, que en un principio representó un orgullo y muestra de desarrollo del país, ahora se ha convertido en un problema real porque son ellos los que exigen que haya mejores escuelas, hospitales, medios de transporte, que se invierta en infraestructura urbana; y son los que denuncian los actos de corrupción de sus gobernantes ante el mundo. Salen a las calles y se manifiestan.

    Desde el año pasado en la Copa Confederaciones, el entorno futbolero se cargó de una exigencia social y política muy importante, a tal grado que los propios seleccionados tuvieron que aceptar que la gente que protestaba en las calles tenía razón, que sus exigencias eran reales y que incluso los apoyaban.

    Un de las muestras más claras de lo que este Mundial ha representado para el pueblo brasileño es Romario, una figura mítica del fútbol,  campeón del mundo en Estados Unidos ’94 e ídolo del Club Barcelona, quien ha sido una de las voces más críticas en contra de los gastos excesivos para organizar este evento.

    “La población no está contra el Mundial. La población se está manifestando contra la corrupción, contra hospitales deficientes. El pueblo no se opone al Mundial, sino al desvío de dinero«, explicó Romario en algunas declaraciones. Y agregó que “el dinero invertido en el Mundial habría sido suficiente para construir 8,000 nuevas escuelas y hasta 28,000 canchas deportivas en todo el país”.

    Este Mundial es la muestra clara de la desigualdad –social, económica, cultural y de valores– en la que vivimos actualmente. Se pueden gastar miles de millones de dólares en la construcción de estadios pero no se puede mejorar el sistema de salud.

    Los partidos se ven en todo el mundo, la gente sabe todo acerca de las sedes del  mundial, pero no sabemos qué pasa con la gente que vive al lado nuestro. Todo es dinero, dinero, dinero y seguramente con el paso del tiempo nos daremos cuenta que fue muy mal gastado y sólo para tener el Mundial de Fútbol más caro de la historia…

     

     

     

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