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Mucha polémica ha generado el anuncio a través de la cadena BBC de que la FIFA «ha iniciado un procedimiento disciplinario contra México después de los presuntos cánticos homofóbicos por parte de sus aficionados durante el partido de Copa del Mundo frente a Camerún el pasado viernes.»
En México el anuncio ha indignado a quienes están a «favor» del cántico ya clásico en los estadios mexicanos, y a quienes están en contra. Los primeros sostienen que el tradicional grito de «¡eeeh puto!» no ofende «ni a los putos»; mientras que otros muchos argumentan que detrás de ese grito se esconden prejuicios aún no erradicados.
En los estadios de México el grito es ya «una tradición». Cuando el balón es despejado por el portero, mientras éste se prepara, los aficionados levantan los brazos, agitan las manos y preparan las gargantas; es cuando patea el balón el portero que el «rito» es concluido con un grito que para muchos es simplemente divertido.
Si bien varios aficionados y periodistas han sujetado que no se utiliza de manera homofóbica, como la FIFA hoy se debate, es cierto que detrás del «puto» tan alegremente cantado en los estadios hay prejuicios.
De acuerdo a la Real Academia de la Lengua, en su primera ascepción, puto es usado como adjetivo calificativo denigratorio; en su tercer significado resulta utilizado como algo similar a tonto; y en el tercero es utilizado para identificar a un «hombre que tiene concúbito con persona de su sexo». Sólo en el segundo significiado no hay «daño», pues se usa como antífrasis que resulta encarecedor. Lo anterior sin contar que el origen de puto es prostituto, que de acuerdo a la misma RAE es una «persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero.»
Si bien el argumento de que «no se busca dañar» a nadie cuando se grita puto en un estadio puede ser «hasta cierto punto válido», el problema viene cuando frases como «no te rajes», «no chingues» y «ya te la metieron» traen un trasfondo discriminatorio donde el machismo -ya tradicional también en nuestro país- sale una vez más a flote. Y es que para el mexicano en el fútbol no sólo está en juego el partido, sino también hasta cierto punto la masculinidad. Hay que «metérsela» al equipo contrario y que al equipo de uno «no se la metan».
El futbolista, como el hombre mexicano, debe ser todo menos joto, puñal o maricón; no, el hombre futbolista debe de ser «todo un hombrecito». Quizá ahí encontremos una de las razones por las que el fútbol femenil en México no se ha desarrollado como podría. O las mexicanas «no debieran jugar fútbol», o quienes lo hacen «nunca lo harán como los hombres».
El que haya un arraigo en la utilización de palabras con connotaciones sexuales tan claras denigrando a todo aquello que no sea «machismo», no significa que sean correctas. Hay, a partir del lenguaje, toda una serie de influencias que -por poner un ejemplo- a los más chicos que asisten a los estadios o ven un partido en la televisión, les significan un claro aviso de que todo aquello relacionado a puto es inferior y merece rechazo.
El que la FIFA anuncie en plena Copa del Mundo que se investigará una posible sanción para quienes en Brasil continúen la «tradición mexicana» de gritarle puto al portero, marca un precedente; sin embargo, la propia FIFA debiera poner sus barbas a remojar, pues no debiera olvidar que su propio presidente, Joseph Blatter, cayó en una discriminación similar cuando propuso que para que existiera mayor atención en el fútbol femenil, las mujeres debieran jugar «con ropa diferente y más femenina que los hombres. […] pantalones cortos ajustados, por ejemplo.»
Hay una serie de prejuicios alrededor del fútbol que se deberían erradicar; sin embargo, en un evento tan gigante como la Copa del Mundo donde se privilegia la venta de cerveza al deporte mismo, los retos son muchos y complejos. Por eso, pequeños detalles como erradicar una «tradición» que no quitaría color a los partidos, no debe ser visto como algo menor o insiginificante.
Y que conste que no me asusta la palabra «puto», pero es que habiendo tantas palabras para expresar lo que se dice que se desea expresar, ¿por qué utilizar una palabra que aún ofende en un país donde el machismo, e inclusive los asesinatos productos de la homofobia, aún persisten?
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