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Por Verónica Orihuela.
«El pequeño Quinquin» (P’tit Quinquin, 2014) es una exitosa serie de televisión convertida en largometraje en que su director Bruno Dumont nos lleva de lo cómico al horror de una realidad que pudiera ser la de cualquier pequeño pueblo de nuestro país. Partida en cuatro capítulos, la historia se desarrolla en un diminuto pueblo francés donde una serie de macabros asesinatos ha sucedido, el comandante Van der Weyden (Bernard Pruvost) y el teniente Carpentier (Philippe Jore), dos sujetos con una extraña y loca personalidad, son los encargados de investigar las causas de dichos sucesos. Mientras Quinquin, un pequeño adolescente, junto con sus amigos hace una serie de travesuras que rayan en lo patético y criminal. Vale la pena reparar en la desenvoltura del personaje Quinquin cuyo contexto familiar y social no ofrece muchas posibilidades de pasatiempos constructivos así que decide ir por la via de las acciones perversas.
Dumont ha probado la televisión con este cruce de géneros y declara: “No tenemos la costumbre de pasar de lo hipercrudo a lo hipercómico. Sabemos lo que es el drama y la comedia, pero juntarlas representa una sensación nueva para mí. Biológicamente lo encuentro emocionante”.
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