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Por Enrique Ortiz.
«Estos dichos toltecas todos se nombraron chichimecas, y no tenían otro nombre particular, sino el que tomaron de la curiosidad y primor de las obras que hacían, que se llamaron toltecas, que es casi dijésemos oficiales pulidos y curiosos, y no solamente en el pueblo de Tullan y Xicocotitlán se han llamado las obras tan curiosas y primas que dejaron hechas así de edificios viejos como de otras cosas, pero en todas partes de la Nueva España». Fray Bernardino de Sahagún, «Historia General».
Los mexicas decían descender del linaje tolteca alojado en Culhuacán, altepetl, que junto con Otumba y Tollan Xicocotitlán (Tula, Hidalgo) conformaron la primera Triple Alianza entre los años 850 y el 1150 d.c. Para este grupo nahua era un orgullo que sus gobernantes descendieran de los toltecas y al mismo tiempo legitimaran su gobierno ante sus enemigos y detractores. Recordemos que la palabra tolteca en aquellos días era asociada con grandes artesanos y artistas, personas que conocían el buen gobierno y costumbres, los urbanizadores, la luz de la cultura y la civilización que luchaba por sobrevivir en un mundo lleno de obscuridad y barbarie. Pero ¿acaso todos estos conceptos surgieron de Tollan Xicocotitlán en el actual estado de Hidalgo? De acuerdo al investigador Enrique Florescano y otros historiadores, esta herencia se remota más atrás, pues cuando los grupos nahuas hablaban de la mítica Tollan se referían en realidad a la primera gran urbe mesoamericana: Teotihuacán. Y todo parece coincidir al revisar las fuentes y cotejarlas con esta gran ciudad, basta con mencionar que en ella se encuentran los primeros vestigios de culto a la figura de la Serpiente Emplumada: Quetzalcóatl. Los antropólogos y arqueólogos de las primeras décadas del siglo XX, guiados por el mito de la ciudad maravillosa descrita en textos de Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán, creyeron hallar en Tula Hidalgo la legendaria Tollan, sin embargo los hallazgos arqueológicos de los últimos 50 años han revelado que Tollan-Teotihuacán fue la cuna de este concepto de sabiduría “Tolteca”.
Otra de las razones por la que Tula es famosa, es debido a su asociación con Ce Acatl Topiltzin, el famoso sacerdote de Quetzalcóatl y fundador de Tollan Xicocotitlán. Según el códice Chimalpopoca, este personaje nació a finales del siglo IX d.c., de la unión de un guerrero chichimeca llamado Mixcoatl-Camaxtle y una mujer de la familia reinante de Culhuacán llamada Chilmama. Ce Acatl lo que significa uno caña representa el día de su nacimiento. Después que su padre fuera asesinado por sus tíos, los mixmicoas, el joven parte rumbo a Tulancingo con un amplio séquito de guerreros, sacerdotes y artesanos. De acuerdo a los “Anales de Cuautitlán” Ce Acatl gobernó Tollan Xicocotitlán entre 1029 y 1040, sólo 10 años. Es imposible afirmar que Ce Acatl fundó Tula, ya que llevaba más de 60 años de existencia. Posiblemente este caudillo-sacerdote unificó las diferentes ciudades alrededor de Tula o estableció los cimientos para la Triple Alianza tolteca con la ciudad otomí de Otumba y Culhuacán, donde probablemente aún tenía lazos familiares.
Esto no demerita los logros y el poder acumulado por el grupo tolteca que habitó Tollan Xicocotitlán, emulando a sus ancestros teotihuacanos, así como la fortaleza de la entidad política que crearon llenando el vacío de poder que dejo Teotihuacán.
Gracias a las exploraciones realizadas en el sitio desde la década de 1940 por Jorge Acosta y la continuidad que se le ha dado al proyecto hasta la actualidad podemos definir dos periodos de ocupación de Tollan Xicocotitlán. El primero se dio entre el 650 y el 850 d.c. en la zona llamada Tula el Chico. Se sabe que este primer asentamiento tuvo un fin violento ya que varias estructuras presentan huellas de saqueo y de incendios. El segundo periodo es cuando la cultura tolteca alcanzó su apogeo. Este florecimiento se dio entre el 850 al 1150 d.c. en el recinto ceremonial de Tula. Durante este periodo se estableció la alianza con Otumba y Culhuacán para incrementar su poderío y sus territorios, los cuales abarcaban al norte Ixmiquilpan, Actopan, Atotonilco; al este Huachinango, Calpulalpan; al sur Xochicalco, Moyotepec y el Popocatepetl; y finalmente al oeste Malinalco, Tilotepec y San Juan del Río.
No hay pieza más icónica de esta cultura que los famosos atlantes o gigantes de Tula. Gigantes hechos de piedra que tenían la función de columnas que sostenían el techo de la estructura B del recinto ceremonia de la ciudad. También representan el culto hacia los grandes caciques y guerreros que por medio de hazañas ascendían socialmente. Este carácter guerrero es evidente en la mayoría de sus representaciones artísticas de los toltecas. En el coatepantli (muralla de serpientes) se ven imágenes de serpientes devorando osamentas humanas, como también buitres comiendo corazones humanos. Entonces ¿de dónde provienen el concepto que se tiene de Tula donde el gran Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl gobernaba en una sociedad que despreciaba los sacrificios humanos, que se advocaba a la cultura y al arte?
Los responsables de esta interpretación errónea son los frailes como Fray Bernardino de Sahagún que quisieron encarnar valores inexistentes en la figura de Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl como un hombre con ciertas características occidentales como el adorar a un solo dios, prohibir sacrificios humanos y sólo ofrendar insectos, mariposas y golondrinas en su lugar. En pocas palabras, una sociedad pacífica que a todas luces rompe el patrón del desarrollo cultural mesoamericano. Incluso algunos religiosos del siglo XVI ¡decían que se trataba de un apóstol cristiano que se adelantó en la evangelización de los indígenas! Otro elemento que juega en contra de esta versión es la presencia y la relación de este personaje con la serpiente emplumada, símbolo por excelencia de poder político y militar asentado en los grandes caudillos-sacerdotes que fundaban y enaltecían sus sociedades a través de la conquista. Es propio mencionar el ejemplo de Chichen Itza, ciudad maya con un claro carácter bélico y cuyos gobernantes estaban asociados con Kukulkan, la serpiente emplumada. También cabe mencionar que la antigua teoría que decía que los toltecas de Tula habían construido Chichen Itza, ha sido desechada con el paso de tiempo ya que los principales estructuras de la ciudad de los itzaes se construyeron entre el 830 y el 900 d.c., mientras que la etapa constructiva de “Tula Grande” fue entre el 950 y el 1150. Aunque no podemos sacar conclusiones actualmente, parece que ambas ciudades trataron de emular la cultura de la Tollan primordial, Teotihuacán.
Finalmente Ce Acatl Topiltzin, a pesar de ser un gobernante ejemplar y haber incrementado el poderío de Tollan Xicocotitlán, cae víctima de las trampas de Titlacahuan (Tezcatlipoca) quien bajo el disfraz de un viejo ofrece pulque al honorable caudillo emborrachándolo. Durante este periodo de embriaguez Ce Acatl yace con su hermana. Como consecuencia de estos actos tan deplorables él mismo decide abandonar la ciudad de Tula y dirigirse hacia el oriente (después algunos dirán que se dirigió a fundar otras ciudades en la península de Yucatán). De acuerdo al gran estudioso Ángel Maria Garibay este extenso poema narrativo era semejante a los que se enseñaban en el Calmecac y Telpochcalli de Tenochtitlán con el fin de educar a la juventud tenochca sobre las consecuencias de actuar de forma errática. No debemos de tomar este relato como un hecho histórico, lo más probable es que el conflicto entre Ce Acatl y Titlacahuan dentro de este relato represente la lucha por el poder entre dos grupos (que podrían ser los nonoalcas y los chichimecas-toltecas, los dos grupos que habitaron Tollan Xicocotitlán). Otra posibilidad es que sea una invención con fines educaciones de grupos nahuas del posclásico. Talvez nunca lo sabremos. Ya habrá oportunidad en otro texto de analizar la “Saga de Ce Acatl Topiltzin”. Espero hayan disfrutado este texto, y no olviden de visitar Tula cuando visiten el estado de Hidalgo.
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