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Por Enrique Ortiz.
El 21 de febrero de 1978 trabajadores de la compañía Luz y Fuerza del Centro encontraron accidentalmente el monolito de la Coyolxauhqui (la adornada con cascabeles), deidad lunar mexica hija de Coatlicue y hermana de Huitzilopochtli. El hallazgo se dio cerca de la esquina entre las calles Argentina y Guatemala en pleno corazón de la Ciudad de México.
El mito de Coyolxauhqui está íntimamente relacionado con el de Huitzilopochtli, deidad tutelar de los mexicas. Sucede que una noche Coatlicue, diosa de la tierra y la fertilidad estaba barriendo su hogar cuando un plumón cayó enfrente de ella, el cual guardó en su seno. Después de realizar esta acción supo que estaba embarazada del guerrero que representaba las virtudes chichimecas por excelencia: Huitzilopochtli. Al enterarse del estado de su madre, Coyolxauhqui y sus hermanos los Centzon Huitznahuas -o los cuatrocientos sureños- no pudieron aguantar la indignación y acordaron matar a su madre y al hijo que llevaba en su vientre. Los Centzon Huitznahuas representaban en el imaginario mexica las cuatrocientas estrellas del firmamento sur. Uno de los sureños de nombre Cuauhtlicac no estuvo de acuerdo con el plan orquestado por su hermana mayor Coyolxauhqui y decidió poner sobre aviso a su madre y a Huitzilopochtli; el guerrero que se estaba gestando en el vientre de Coatlicue.
Es importante mencionar que estos acontecimientos se desarrollaban en el cerro de la serpiente o Coatepec, el cual de acuerdo con recientes investigaciones arqueológicas se puede ubicar cerca de Tollan Xicocotilán (Tula) en el actual estado de Hidalgo. Posteriormente con la fundación de la ciudad de Mexico-Tenochtitlan, este cerro será representado por el Huey Teocalli o Templo Mayor, el cual estará coronado por dos adoratorios, el de Tlaloc y el de Huitzilopochtli.
Finalmente llegó el momento en que Coyolxauhqui y sus cuatrocientos hermanos subieron al cerro de Coatepec para matar a Coatlicue. Fue mucha su sorpresa al ver cómo su madre daba a luz enfrente de ellos a un guerrero completamente armado de nombre Huitzilopochtli; el colibrí de izquierda o el colibrí zurdo. Esta deidad fácilmente decapitó a Coyolxauhqui con la Xiuhcoatl o serpiente de fuego -su arma predilecta-, y posteriormente la rodó por los barrancos del cerro logrando mutilaciones y fracturas en su cuerpo. El resultado de su derrota se puede ver plasmado en el monolito encontrado en 1978 que lleva su mismo nombre y que actualmente se encuentra en el Museo de Templo Mayor.
Después de haber derrotado a su hermana, Hutizilopochtli persiguió a los Centzon Huitznahuas alrededor del cerro matando algunos y dispersando a otros cuantos.
Este mito representa la victoria del astro rey sobre la Luna y las estrellas en la eterna lucha cósmica que se da en el firmamento. Representa la importancia otorgada al Sol en la visión y en la cultura mexica sobre los elementos femeninos y nocturnos. Cabe aclarar que Huitzilopochtli es el Dios Sol, el guerrero resucitado en forma de colibrí después de haber ofrendado su sangre y vida para la madre Tierra y por el bien de su pueblo. El Tezcatlipoca azul del sur.
Otra versión del mito es aquella que nos cuenta Durán. En esta crónica Huitzilopochtli ya porta los atributos de un dios y al darse cuenta que algunos mexicas desobedecen sus órdenes decide reprenderlos. Aquí el texto:
«Cuentan que a media noche, estando todos en sosiego, oyeron en el lugar que llaman Teotlachco y por otro nombre Tzonpanco, que eran lugares sagrados dedicados a este dios Huitzilopochtli, un gran ruido, en el cual lugar, venida la mañana, hallaron muertos a los principales movedores de aquella rebelión, juntamente con la señora que dijimos se llamaba Coyolxauh…»
«Historia de las Indias de Nueva España». Durán, Fray Diego.
Desde el punto de vista histórico podemos inferir que cuando el grupo de mexicas que partieron de Aztlán se asentó en Coatepec surgieron los problemas. El calpulli o barrio de Huitznahua dirigido por Coyolxauhqui decía que lo mejor era quedarse en Coatepec; ya en él habían construido una presa, lo que dotaba al grupo de agua para regar sus cultivos, de animales acuáticos como peces, crustáceos, moluscos para su consumo e inclusive una gran variedad de aves que en su constante afán de encontrar comida se asentaban en el lago artificial en gran cantidad. La otra facción dirigida por el caudillo-sacerdote Huitzilopochtli pensaba que debían obedecer a sus deidades y seguir en la búsqueda de la tierra prometida, aquella en la cual encontrarían un águila parada sobre un nopal que crecía entre piedras a la orilla de un lago.
Seguramente hubo acciones violentas entre las dos facciones, teniendo como triunfador al grupo de Huitzilopochtli, el cual decidió abandonar Coatepec y seguir la migración en busca de su espacio sagrado; la tierra de la blancura prometida por sus deidades.
Estos hechos fueron tan significativos para el pueblo mexica que decidieron recrearlos por medio de ritos durante todo el tiempo que duró su hegemonía en Mesoamérica. Siempre fueron recreados en el Templo Mayor o Huey teocalli de Tenochtitlan durante la fiesta de Panquetzaliztli, la fiesta dedicada a Huitzilopochtli. En ella, diferentes cautivos subían al cerro de Coatepec representado por el Templo Mayor para ser sacrificados por la extracción del corazón y la decapitación. Posteriormente rodaban sus cuerpos sin vida por los escalones para que tuvieran diversas fracturas y mutilaciones como las había tenido la diosa lunar: Coyolxauhqui.
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