Aunque parezca una contradicción, la vida profesional de Jacobo Zabludovsky tiene esos excesos. Fue la imagen de Televisa durante muchos años, fue un personaje que tenía tanta fama como cualquier artista de telenovela o de los grupos de moda que se presentaban en “Siempre en Domingo”.
No es fácil imaginar a México sin la presencia de Jacobo Zabludovsky en la televisión. Justo el día de su muerte, llegó a mi casa un empleado de Telmex a revisar la conexión de internet y en la tele estaba hablando Heriberto Murrieta -nadie mejor que él para hacerlo- sobre su vida a lado de Jacobo, tanto como periodista como persona.
El empleado de Telmex terminó diciendo, en un tono de angustia y dolor, como si lo conociera personalmente: “¡Uy!, ¿de verás que se murió don Jacobo= Yo crecí viéndolo en la tele en ’24 horas’, en mi casa siempre lo veíamos…”.
En términos generales Zabludovsky fue la figura más cercana a muchas personas durante décadas. Su peso fue impresionante, su poder era abrumador en la sociedad y sus palabras eran una sentencia definitiva sobre lo que pasaba en México.
“Es que lo dijo Jacobo…”, era la frase para argumentar alguna opinión personal o darse por enterado de alguna noticia. Si no lo decía él, nada tenía valor.
Era el tiempo en donde México vivía algo así como un periodo de oscurantismo en libertad de expresión, en libertades políticas, en competencia televisiva y sobre todo, con presidentes que pasaron a la historia por ser precisamente los precursores de la decadencia priísta –aunque actualmente se haya reposicionado en el poder–.
“Le tiras pedradas a algunos partidos, enjuicias personas al aire y en vivo, olvidas noticias sobre la guerrilla, a todos los fraudes les cambias las cifras… pues del protocolo eres un alcahuete, porque te conviene tener ignorante a la gente… a todos nos miente nos miente Jacobo, que no te haga tonto que no te haga bobo”, cantaba Molotov en su canción “Que no te haga bobo Jacobo”.
Esa es la percepción que también se tiene de él. Un soldado de Televisa que a su vez –como lo dijo “El Trigre” Azcárraga–, era soldado del presidente que a su vez era soldado del PRI y que a su vez era el portavoz y el vigilante de que todo el sistema funcionara según lo tenían previsto, todo desde su noticiero nocturno.
Esto acabó con su reputación, perdió credibilidad y aunque fue la figura más poderosa y el líder de opinión más respetado de su época, la sombra de Televisa, sus afinidades políticas y sus vínculos con gente poderosa en el medio político, terminó por ser algo que nunca en su vida se pudo quitar.
Ahora esto parecería algo sin importancia, dado los arreglos y las cercanías que algunos periodistas tienen con el poder, pero en su momento era algo en donde solo había dos opciones: aliarse al poder o ser unos rebeldes como Julio Scherer y compañía.
Fue la época en donde se inició el camino de las malas decisiones políticas, que siempre terminaron en crisis económicas continuas entre los años sesenta y el fin del siglo pasado en México. Donde reprimieron a luchadores sociales, líderes políticos de oposición y desataron la “guerra sucia” contra la guerrilla. En donde México se convirtió en la mejor representación de la “dictadura perfecta,” como lo dijo alguna vez Vargas Llosa. No había apertura informativa, Televisa dominaba todo el mercado y Jacobo Zabludovky fue literalmente el rey.
Con la muerte de “El Tigre” y con los cambios generacionales que implementó Emilio Azcárraga Jean –obligado también por las fuertes deudas que heredó de su padre–, todo ese idilio se acabó.
Zabludovsky dejó Televisa, regresó a la radio y poco a poco pasó de ser el enemigo público número uno, para convertirse en una figura fundamental y trascendental del periodismo mexicano.
Además de todos los reconocimientos, premios y preseas que consiguió a lo largo de su carrera profesional, algo que personalmente me hizo cambiar la percepción que tenía de Jacobo Zabludovsky como periodista fueron sus colaboraciones en la cadena ESPN en Juegos Olímpicos, Mundiales de Fútbol y Copa Confederaciones.
Junto con Heriberto Murrieta, hicieron cápsulas en donde demostraba su conocimiento, su pasión por los deportes y el enorme acervo cultural que acrecentó durante toda su vida. En espacios como “Tópicos del trópico” y “La Hora del té”, Zabludovky narraba historias, anécdotas y experiencias de su vida con los personajes más importantes de la historia contemporánea mundial.
Son los claroscuros en la vida de Jacobo Zabludovsky, un hombres culto e inteligente que siempre tendrá el estigma de haber sido la máxima figura de Televisa en una época -que se podría decir- fue terrible para México en muchos aspectos.
Foto: Televisa.
Leave a comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.