Por Lorena Salcedo.
¿Se acuerdan del “mochaorejas”? O, ¿qué tal de “la mataviejitas”? De niña creía que esos, junto con los “robachicos”, eran lo peor que podía existir (el “chupacabras” no tanto porque como que en mi interior sabía que no existía). Y es que todos estos malos malísimos eran en parte producto de los medios, basta con ver los nombres que les ponían, todos conformados por dos palabras “populares”: mocha-orejas, mata-viejitas, roba-chicos y chupa-cabras… Nuestros enemigos parecían ser los del Batman de los sesentas que era más chistoso que oscuro; más un chiste que algo serio.
Pero ahora no, ahora de vez en cuando mientras veo noticias lloro: lloro por los desparecidos, por los niños que matan niños jugando al secuestro, por las mujeres que mueren impunemente y porque nuestro presidente y todo su gabinete son cada vez más cínicos. Pero últimamente, y no sé si eso me hace una mala ciudadana, he llegado al punto de reír.
Hace unos días, “El Chapo” (al parecer aunque ya son cosa seria, los delincuentes siguen teniendo sobrenombres “atractivos” como si fueran productos en una tienda) se escapó; corrijo, se volvió a escapar. Y no voy a mentir, la primera nota que leí en mi muro de Facebook, creí que era un post del Deforma -que era una broma pues-. Todo parece tan surreal: Un túnel de 1.5 km con ventilación y toda la cosa. Una moto lista para huir. Una casa en construcción en la periferia del penal. ¿Y luego? Creo que mi risa viene del pensar que las autoridades cada vez construyen mentiras menos creíbles, menos elaboradas, porque parece no importarles que la sociedad no les crea. Al fin, ¿qué van a hacer estos mexicanos que se dicen ciudadanos? Igual ya desaparecimos a 43 estudiantes y se creyeron la versión de que el gobierno no tuvo nada que ver, entonces, ¿para qué esmerarnos en crear una historia verosímil? Y claro, después me entra el nervio, el enojo y la tristeza, porque sí, efectivamente no va a pasar nada, no importa que no creamos en su versión porque es, diría Murillo Karam: “la verdad histórica”, o sea que hagamos lo que hagamos o aunque dudemos, la verdad es esa.
Resulta chistoso que la verdad histórica incluya un túnel por el que viaja una moto con el delincuente más peligroso del penal manejando hacia su ansiada libertad. En fin, que los nombres de “los malos” van cambiando pero la realidad disfrazada de chiste y el chiste enmascarado con la verdad no, eso no cambia.
Imagen de El Comercio (Perú).
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