Por Asfaltos.
Siempre he sido un obsesivo de los sonidos. Me encantan. Y es que aún en «aparente silencio», es posible percatarse del sonido del viento, de algún pájaro en la lejanía, del mover de las hojas… Bueno, claro, lo anterior en un espacio menos ruidoso que la capital mexicana, que sí, a pesar de la escandalera, tiene también sus sonidos agradables al oído.
En Ciudad de México, además de esos pequeños sonidos agradables al oído, es también posible encontrarnos con otros sonidos que también logran captar la atención de otros sentidos además del del oído; como por ejemplo, los sonidos que nos estimulan el gusto.
El silbido del carrito de camotes, la campanilla de la bicicleta del vendedor del pan y el sonsonete del «jingle» del de los tamales oaxaqueños. Hay varios sonidos que se han vuelto parte de nuestro día a día, o que quizá mejor dicho, formaban parte de nuestra cotidianidad. Algunos, como los descritos ya, permanecen; pero otros, como el que presento hoy, van de salida si no es que ya desaparecieron.
En pleno verano capitalino, caminando por las calles y subiéndose y bajando del transporte público, ¿a poco no se les antoja un helado? Estaba en ese delirio cuando me puse a pensar que hace años, cuando mis papás eran chicos, había un sonido relacionado precisamente a las paletas, los helados y nieves. No, no era el raspar de la cuchara con la pasta fría ni el crujir del barquilllo: era sencilla y simplemente la melodía del carrito de los helados.
Hoy en desuso en varios sitios de la capital, evoco una de tantas melodías; quizá una de las más famosas en nuestro país. El compositor de la melodía, ajeno a que su trabajo trascendería en nuestro país por esa asociación caprichosa entre los helados y los niños, nació en Frederiksberg, Dinamarca el 7 de diciembre de 1924 y llevaba el nombre de Bent Fabricius Bjerre; o como mejor le conocemoshoy, Bent Fabric.
Bien, pues la herencia de Bent Fabric para con los sonidos de la capital mexicana es su famosa «Alley cat», melodía que resultara todo un hit a nivel mundial; y que en México, por lo pronto, recuerda todavía a muchos al carrito a los helados. Sí, a muchos hoy día ese sonido además, les provoca salivar…
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