Por Asfaltos.
Abandonado sobre la avenida Juárez, frente a la Alameda Central de Ciudad de México, sobrevive un edificio de finales del siglo XIX que se resiste a morir. Custodiado por las nuevas edificaciones de la zona, la alguna vez casa de Antonio Haghenbeck permanece olvidada. El edificio, alguna vez cine y alguna vez también proyectado como centro cultural, luce triste y arrinconado.
La historia que evocamos hoy comenzó en enero de 1941, cuando el edificio que nació como una gran residencia, abrió las puertas a los amantes del cine techando el que fuera también alguna vez su patio. Sí, eran los tiempos del Cine Magerit de Ciudad de México que en febrero de 1956 daría paso al que conoceríamos más recientemente como el Cine Variedades de la capital mexicana.
La historia del cine, y del edificio en sí, daría un vuelco repentino (al igual que la vida de muchos capitalinos) aquella fatídica mañana del 19 de septiembre de 1985. La caída de edificios como el Hotel Regis, y la posterior demolición de otros hoteles y cines de la zona, dieron traste a un edificio que parecía resitiría al tiempo.
Hoy día el edificio luce abandonado, sin un futuro promisorio, a pesar de ser uno de los más grandes testigos de la historia mexicana y sobre todo de la capital del país.
Por ello, y con esa melancolía que reviste el ver una estructura de su clase caerse por el abandono, no me queda más que recordarle con «La sorpresa» de Botellita de Jerez. En aquella canción, el singular personaje de la letra, es sorprendido por su suegro en plena faena romántica en -precisamente- el Cine Variedades.
Imagen de Juan Gracida.
Leave a comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.