Por Asfaltos.
Hace una semanas pasé por Calzada de los Misterios, cuando me acordé de una advertencia. Cantaba, la gran Rita Guerrero (qepd), que no nos andemos «por Calzada de Misterios, presenta tu credencial y llégale por otro lugar, el Eje 9 te puede acercar.» En mi mente recordaba la letra de «Gasto de saliva», incluida en el álbum homónimo de Santa Sabina de 1992.
Conectando al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con el Paseo de la Reforma, Calzada de los Misterios es una de las avenidas más antiguas de la capital mexicana. Su historia se remonta a tiempos prehispánicos, pues es una de las avenidas cuyo trazo original se remontan a la llegada de los españoles; en tiempos prehispánicos la calzada conectaba a México-Tenochtitlan con tierra firme.
El trazo actual, con circulación de sur a norte, nos lleva de la Glorieta de Peralvillo (esa que mencioné la semana pasada) al entronque entre Avenida Cantera y Calzada Ticomán. En tiempos prehispánicos, conectaba a la ciudad mexica con el pueblo de Tepeyac; poblado en el que se encontraba un pequeño templo dedicado, sí, a la diosa Tonantzin (considerada la madre de los dioses).
Mientras caminaba por Calzada de Misterios debrayaba sobre los pasos que me antecedieron, desde más de medio milenio; los pasos llenos de fe, desde tiempos prehispánicos que llegaban aquí como lo hacen actualmente quienes van a visitar a Nuestra Señora de Guadalupe. Quizá, en ese mismo momento, hasta caminaba a mi lado Rita quien seguramente cantaba esa misma canción que revoloteaba por mi cabeza.
«No te andes, no te andes por Calzada de Misterios, presenta tu credencial…», canta la inmortal Rita Guerrero a quien recuerdo hoy.
Foto: Enrique López-Tamayo Biosca.
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