El Plaza revienta con una bomba llamada All Time Low

Por Asfaltos.

La vejez es mas bien un estado mental, cierto; pero la vejez también es de pronto encontrarte en medio del concierto de All Time Low rodeado de chavitas que gritan al menor movimiento del músico galán en turno.

Coreando el nombre del grupo, la «chaviza» mexicana -la vejez es escribir también «chaviza»- recibió alocadamente al quinteto. Con una propuesta clara de pop punk, All Time Low arrancó su setlist plagado de energía con «Satellite» y «The Irony of Choking on a Lifesaver», logrando así volver locos a sus fans que no tardaron en comenzar a saltar y gritar.

Tras «Runaways», Alex Gaskarth cantante y guitarrista del grupo, me recordó aquellos años de la pubertad cuando yo, con la misma edad del público que en ese momento me era ajeno, gritaba y saltaba sin parar. Cinco años habían pasado de la última visita de la banda a nuestro país, tiempo en el que Alex comentó «nos hemos masturbado mucho»; les dije, pueril y púber.

Formada en la secundaria cuando los músicos de la banda tenían la edad del público que les veía en El Plaza, el grupo originario de Baltimore, Maryland, hipnotizó a los presentes; hombres y mujeres en su mayoría adolescentes que eso sí, dejaron clara su juventud y energía en una noche que no tuvo desperdicio. Si bien la lluvia había perdonado el diluvio universal con el que castigó a la ciudad la noche anterior; los temblores provocados por los saltos de los fanáticos hicieron sentir que la capital, en efecto, se mantiene en constante movimiento; y sí, tiene vida por sí misma.

«Weightless» que fue coreada de manera tremenda con su inicio acústico; «Time-Bomb» en donde subieron a fanáticos al escenario; «All the Small Things» cover de la original de Blink-182 con los que empezaron su fama; e indudablemente, la cereza de la noche que pronosticaba que todo el lugar se viniera abajo, «Dear Maria Count Me In»; hicieron de la noche una verdadera bomba en donde El Plaza, como siempre, estuvo a la altura.

Poco más de hora y media fue lo que duró un show que dejó satisfechos a los asistentes. Sudados, llenos de adrenalina por lo que se había vivido, se fueron retirando y yo con ellos. La vejez es un estado mental, me repetía a mí mismo al tiempo que me acordaba de aquellos años en los que lo único que me importaba era pasar una noche como la que pasaron los asistentes de All Time Low. La vejez, en efecto, es un estado mental. Soy un viejo.

Fotos: Óscar Villanueva Dorantes / Cortesía.