Pumcayó y Sotomayor con bastante grandeza

Texto por Uriel Delgado.
Fotos por Blanca Cruz.

Pumcayó y Sotomayor se adueñaron de un Lunario que comprobó de primera mano que la grandeza musical no necesariamente va ligada a una disquera.

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La escena independiente mexicana está viviendo uno de sus mejores momentos. De eso no cabe duda. Queda claro que en términos creativos siempre ha habido propuestas interesantes surgiendo día con día en nuestro país, eso siempre ha sido así. Lo que hace diferente a esta etapa que se está viviendo es la disposición del público para escuchar propuestas nuevas, y nacionales, a las que probablemente hace algunos años no les habrían dado la oportunidad. El ejemplo de eso se pudo ver este jueves en el Lunario del Auditorio Nacional con una fecha más de «Concierta independencia», en esta ocasión presentando a los increíbles Pumcayó y Sotomayor.

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A pesar de que el recinto no estaba a reventar, el ambiente de camaradería que se percibía entre los asistentes hacía que el lugar se sintiera muy cálido. Como toda reunión de amigos, hacía falta la buena música, de la que se hicieron cargo los tapatíos de Pumcayó quiens con su folk psicodélico envolvieron al auditorio en un ambiente hipnótico lleno de texturas con reminiscencias de la música tradicional mexicana que nos hacía sentir como si estuviéramos en una fiesta de pueblo futurista. Es la segunda vez que tengo la oportunidad de verlos en vivo y con esta lo confirmé: son grandiosos.

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Interpretando los temas de un álbum debut que con toda razón cautivó a la crítica nacional, era inevitable sentir que no estabas formando parte de algo más grande; de una cosmovisión compartida que se estaba creando en ese mismo instante en el recinto de Paseo de la Reforma. Uno de los grandes momentos fue la presencia de Baltazar en el escenario, en el que los también tapatíos acompañaron a Pumcayó para interpretar «Salamandra» de la legendaria banda Chac Mool. Otra prueba de que Guadalajara es una de las mecas creativas más importantes en nuestro país, si no es que la más.

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Obviamente la fiesta apenas comenzaba, pues faltaba que los hermanos Sotomayor se apoderaran del escenario para hacer entrar a todos en calor en esa noche lluviosa. Paulina con su sensualidad innata y Raúl con una energía que contagia sólo de verlo bailar detrás de sus secuenciadores, prendieron una noche que desde el inicio se percibía como una verdadera fiesta pero que con temas como «Morenita» o «Pum pum» demostraron porqué ya son todo un clásico de las pistas de baile capitalinas.

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Es increíble ver el progreso de una banda que, pese a tener la medida tomada por la experiencia previa de Raúl con Beat Buffet, ha sabido reposicionar los ritmos latinos en el gusto popular sin quedarse en una fórmula básica. Sin duda su presentación en vivo es una de sus cartas más fuertes, como ya lo habíamos presenciado varias veces, pero que en esta ocasión tuvo una sensación aún más especial por la presencia de los amigos y familiares de los integrantes de la banda a quienes se les agradeció en todo momento y que hicieron sentir a todos como si también formaran parte de esa familia.

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Así concluyó uno de nuestros episodios favoritos, hasta el momento, de «Concierta independencia», una excelente iniciativa que demuestra que cualquier banda, independientemente de su género musical, lugar de procedencia o forma de fondear sus proyectos, es capaz de presentarse con éxito en cualquier recinto del país si lo que predomina es la calidad. A Pumcayó y Sotomayor les sobra.