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Por J. Arturo Regalado Ruiz de Chávez.
La situación en Medio Oriente es, por decir lo menos, complicada. En dicha región se encuentran países que no gozan de la mejor reputación internacional gracias a nexos con el terrorismo, gobiernos autoritarios, altos índices de pobreza, falta de respeto a los derechos humanos y discriminación de género. Después del 9/11 destacan Irán, Irak, y Afganistán. En ésta ocasión me enfocaré en la crisis actual entre las relaciones Irán-Estados Unidos en el marco del programa nuclear iraní y las distintas sanciones que Estados Unidos y sus aliados han impuesto al país de Medio Oriente.
El conflicto no es de dimensiones menores y mucho menos resultará en consecuencias benéficas para la región. El programa nuclear iraní se fundó con el objetivo de generar energía eléctrica que pudiera ser usada en diversos servicios públicos, sin embargo, se especula que la realidad es otra. La crisis comienza con una acusación de Israel en la que argumenta que las instalaciones nucleares de Irán se utilizan con fines armamentistas lo que pone en jaque la estabilidad de toda la región y la seguridad nacional de países como Israel, Estados Unidos y la Unión Europea. El presidente iraní, MahmudAhmadineyad, ha negado rotundamente el hecho, aunque las acciones de su gobierno parecen ir en otra dirección: un conflicto con las potencias occidentales, Israel y Estados Unidos.
Irán está jugando con fuego. En los últimos meses (a mi juicio a partir del retiro de tropas estadounidenses de Irak) ha tomado una posición hostil y de provocación hacia occidente. El 10 de enero de 2012 el gobierno del país de Medio Oriente ordenó la pena de muerte a un ciudadano iraní-americano acusado de espionaje. Un segundo hecho de provocación es la visita del jefe del gobierno iraní a Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador; la visita de Estado pretende fortalecer los lazos con los países antes nombrados, que dicho sea de paso, tienen un gobierno anti-estadounidense. Es de especial importancia la visita a Ecuador pues se presume sus reservas de uranio estarán alimentando el programa nuclear de Irán. La tercera provocación, y la más delicada, es la amenaza lanzada por un alto mando militar iraní de cerrar el Estrecho de Ormuz, el acceso al Golfo Pérsico, en respuesta a un posible embargo de parte de la Unión Europea al petróleo iraní. Este incidente movilizó la quinta flota estadounidense la cuál sentenció que de cerrarse el Estrecho de Ormuz responderían con la fuerza.
Hasta el momento las represalias que Estados Unidos ha ejecutado son de corte económico a través de aliados comerciales y políticos. Como ejemplo, el 12 de enero Japón decidió suspender las importaciones de crudo iraní. Nos encontramos al margen de un nuevo conflicto en la región que podría significar una guerra entre las naciones involucradas. La solución dependerá de la voluntad del gobierno de Ahmadineyad para negociar con Occidente y poner un alto a las provocaciones. No es buena idea estar en conflicto con Estados Unidos ya sea económico o político.
Lo espero, estimado lector, la semana que viene con más discusiones acerca de la política nacional e internacional. Los dejo con la cita de la semana:
“La guerra es un asunto de gravedad; es preocupante que los hombres la emprendan sin la debida reflexión», SunTzu en el Arte de la Guerra.
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