Por Elizabeth Aguilar Quintana.
Frente a la desgracia y la muerte de miles de personas en la Ciudad de México resultado de un terremoto y varias réplicas con consecuencias catastróficas, el 19 de septiembre de 1985 es una fecha simbólica para el nacimiento de la sociedad civil organizada en México, que se hizo presente de manera inusitada con voluntad, organización y el deseo de participación ciudadana.
Con un gobierno paralizado ante la siniestro, la quietud y el silencio de las autoridades frente a un problema de vida o muerte, en el que el tiempo y la espera no es un opción, miles de hombres y mujeres sin importar las condiciones salieron a la calle, en poco tiempo se planteó una organización eficaz y rápida que significó una esperanza de vida para muchas personas atrapadas entre los escombros.
Pero lo que se presentó como una calamidad terminó por ser una epifanía, el despertar de la conciencia ciudadana y la solidaridad, una experiencia que dejó marcada generaciones y que permitió clarificar el poder que tenemos los ciudadanos organizados cuando decidimos alzar la voz y poner manos a la obra.
El señor Elio Villaseñor Ex Presidente de Desarrollo, Educación y Cultura Autogestionarios Equipo Pueblo, AC., nos menciona que: “este acontecimiento permeó muchos proyectos tanto sociales como civiles y cambió las actitudes de ciudadanos y ciudadanas que ya no permanecieron instalados en conductas y acciones sólo de queja y pasaron a la elaboración de propuestas para solucionar, desde lo local hasta los problemas públicos”.
Un fenómeno natural que si bien cobró la vida de muchas personas dio origen al conocimiento de muchas asociaciones civiles y al nacimiento de otras tantas. Con múltiples objetivos, no partidarias, sino asociaciones dispuestas a desafiar la necesidad, tal como: la Coordinadora Única de Damnificados (CUD), la Asamblea de Barrios y organizaciones Vecinales (ABOV), la Convención Urbano Popular entre otras.
Pero recordar las tragedias no basta, es en momentos como el que vivimos ahora, de violencia e inseguridad, cuando la memoria histórica se debe hacer presente, cuando debemos replantearnos nuestra participación y recordar nuestra fortaleza como sociedad unida; cuando los que vivimos y trabajamos por México somos más y deseamos seguir construyendo un país próspero para las demás generaciones. El quejarse no basta, el actuar es lo que cuenta.
Felicidades a la autora por tan buen artículo, ciertamente en lo más oscuro de la noche es cuando las estrellas brillan más.
Qué bueno que te gustó Alan. 😉 Ojalá nos sigas acompañando.