Pasión por las ondas… cortas

«Stompin’at the Savoy», programa de radio que conduce Paty Caratozzolo, llega esta semana a su emisión #100. Acompaña a Paty, este miércoles 24 de febrero de 16:00 a 17:00 horas en www.iradiatec.com, por el emocionante mundo de las artes para encontrarte con la «historia de la radio».

 
Por Paty Caratozzolo.

La noche del 24 de diciembre de 1906 desde Brand Rock, Massachusetts, Reginald Fessenden transmitió el primer «programa de radio» que consistió en: un saludo de navidad, la interpretación en vivo de «Oh Holy Night» en violín y la lectura de un pasaje de la Biblia.

No hay registros de esta transmisión pero se sabe que los improvisados radioescuchas fueron media docena de telegrafistas de barcos que faenaban mar adentro, que recibían mensajes en morse a diario pero que nunca imaginaron lo que escucharían en lugar del conocido «ta-ta-tatata-ta-tata»…

Fessenden tenía 40 años, era director del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Pittsburg y había inventado, a partir de un modelo de Guglielmo Marconi, una especie de transmisor rudimentario para el Servicio Meteorológico de Estados Unidos.

Terminada la Primera Guerra Mundial la compañía de Marconi no sabía qué hacer con el invento que había sido fundamental para ganar la guerra.

Guglielmo Marconi con su revolucionario invento.

Marconi pensó probar el equipo para transmisiones civiles y construyó una estación experimental en Chelmsford, cerca de Londres. Desde el 23 de febrero hasta el 6 de marzo de 1920 transmitieron dos programas diarios de media hora con noticias y grabaciones gramofónicas. Los afortunados destinatarios eran algunas oficinas de periódicos de Londres que habían recibido en préstamo los voluminosos receptores. La mayoría lo tomó como una excentricidad, pero la excepción fue el director del Daily Mail que tuvo un revelador presentimiento: ¿podría ser que esa recién nacida forma de transmisión de noticias y entretenimiento se convirtiera en un competidor de los periódicos en papel con más de 300 años de historia?

Grabación histórica de Nellie Melba.

El Daily Mail y Marconi unieron sus fuerzas y organizaron la primera transmisión de la historia de un concierto en vivo. El 15 de junio de 1920, Nellie Melba, la cantante de ópera más famosa del momento, ofreció un recital de canto que incluyó varias arias y terminó con el famoso «Dios salve al Rey». Dicen que la señal fue tan buena en el receptor de la Torre Eiffel que les permitió grabarla en un rollo de fonógrafo y que en Copenhague reenviaron la señal por teléfono a la oficina del periódico local.

La vida de la transmisión radiofónica para fines civiles, de información y entretenimiento acababa de empezar con la gloriosa voz de Melba como abanderada. Durante años la radio desataría todo tipo de pasiones, haría compañía a las solitarias amas de casa en la mañana, alegraría las tardes de los niños al volver de la escuela y reuniría a toda la familia después de la cena para contarle historias, como miles de años antes lo habían hecho los venerables ancianos alrededor de las fogatas.

En su programa semanal del domingo 30 de octubre de 1938, Orson Welles transmitió la más famosa lectura dramatizada de la historia: «La guerra de los mundos», basada en la novela de 1898 de H. G. Wells. En ese momento los radioescuchas creyeron que la Tierra entraba en guerra con los extraterrestres, un año después la peor pesadilla se haría realidad y de nuevo la radio volvería a la guerra, de las de verdad.

Paty Caratozzolo. Quisiera cantar «Feeling good» como la Simone o de perdida «Let’s do it» como la Fitzgerald. Algunas veces se lamenta quedito como la Dido de Purcell y otras llora a moco tendido como la Alcina de Haendel. El resto del tiempo anda con la mirada hundida en los paisajes brumosos de Turner y los dedos imaginando la tersura de cualquier escultura de Bernini. Prefiere el plano holandés al café americano, y la compañía de un barítono italiano al mejor widget de su celular japonés. Y definitivamente, si naufragara cerca de una isla desierta y pudiera llevarse un solo libro… ¡preferiría hundirse full fathom five!