Por Asfaltos.
Limpiando mi cuchitril me encontré con un álbum que hacía rato no escuchaba. Se trata nada más y nada menos que del álbum doble «Revés / Yo soy» (Warner, 1999) de Café Tacvba. La primer parte del álbum, conformada por trece tracks instrumentales (bueno, el último en realidad quince segundos de silencio) es algo que merecerá en otro momento algunas palabras; ya que hoy, para este Miércoles nostálgico, me adentro mas bien en la segunda parte -que si me preugntan, es la mejor lograda-.
Una noche, sobre el puente donde suelo refugiarme cada que se oculta el sol, me acosté intentando encontrar alguna que otra estrella. Entre las luces de la ciudad y las nubes presentes, me topé tan solo con algunas. Tomé una buena bocanada de aire, y con el álbum en aleatorio, le puse play… Qué cagado, sonó «El espacio».
«El espacio» tiene una curiosidad, pues junto a «El río» y «Polen», es quizá la melodía más sencilla del álbum. Sencillas instrumentalmente, pero elocuentes y grandilocuentes en cuanto a su significado y proyección, las tres rolas significaron un cambio de rumbo para una agrupación que ya cargaba con el peso de ser considerada la banda más grande de nuestro país.
No es el momento de negar o afirmar la anterior aseveración; lo que sí, es que no me van a negar que el haber sido apoyados desde un inicio por una disquera trasnacional no influyó en ello; además de claro, su enorme talento y capacidad de reinventarse conforme se les iban presentando las oportunidades.
En fin, ya entrado en el debraye, me dejé llevar por el «Revés / Yo soy» hasta que me amaneció. Un porro apareció de manera sorpresiva en mi mano derecha… ¿Fue primero el porro o la música que había escuchado? ¿El huevo… o la gallina?
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