Por Aimah Hashem / Columnista Invitada.
Intentar definir qué es talento es tratar de crear un nuevo paradigma. Es verdad que en la historia de la humanidad tenemos una clara visión de lo que el “talento” debe contener para ser considerado especial. Lamentablemente en nuestro mundo contemporáneo nos enfrentamos a una gran desinformación y una gran barrera educacional en la que denotamos nuestro poco conocimiento en un sin fin de temas.
En su libro «El hombre mediocre», el argentino José Ingenieros plantea una diferenciación entre genio y talento: llama genio al hombre que crea nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros o desarrolla de un modo enteramente propio y personal actividades ya conocidas; y talento al que practica formas de actividad, general o frecuentemente practicadas por otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes
Hoy en día existe una ola de artistas y curadores que juzgan en base a las oportunidades (conectes) que las marcas y los individuos generan en vez de analizar los “básicos” que requiere tener un individuo para ser considerado “artista”. No intento clasificar al artista como genio, aunque sería de gran ayuda poder integrar un concepto que se acerque más a lo que trato de explicar.
Es lamentable que el artista hoy en día parece no necesitar una gran educación, ya sea a la que llamamos práctica o a la que se adquiere de forma académica; lo que requiere es tener un montón de publicaciones en las redes sociales y un montón de gente no tan educada para el tema que lo “siga”. Un elemento fundamental para tener una maestría, hablando en el significado profundo de la palabra y no en un título, es el desarrollo de las habilidades que el individuo tiene de forma nata o que va adquiriendo; pero eso parece ya no tener gran importancia. Es verdad que no se requiere de tanta práctica ni de ser un genio para ser considerado un artista en nuestros tiempos. Simplemente se necesitan recursos para que el artista pueda desarrollar un sin fin de prácticas que publica diariamente para cerciorarse de poder conquistar el título…
La fantasía colectiva que hemos generado alrededor de miles de jóvenes creadores genera una falsa expectativa para aquellos que creen tener talento para la profesión.
¿Qué hace realmente a un artista? ¿Cómo realmente puedes ser un auténtico artista? ¿Qué te hace falta o qué hace falta para serlo? Yo defino el talento como un cúmulo de habilidades que sobrepasan la media, una aptitud para algo y aportan a su género. Pero ¿cuáles son estas aptitudes? Antes podría definirte en concreto dichas aptitudes, manejo del espacio forma, luz, manejo del color, aportación, etc. Hoy en día nos enfrentamos al manejo de las relaciones públicas donde se incluyen las redes sociales, la manipulación de la imagen física, visual, verbal y no verbal. Y hablo de manipulación no en un sentido maquiavélico… aunque uno nunca sabe.
El “artista” no debería poderse denominar artista por sí mismo; para serlo en tiempos antiguos se requería que algún experto en el tema lo denominase así. Es diferente hacer cosas lindas o que le gusten a unos cuantos a crear piezas que participen en un discurso, propongan y le causen sentido a alguien. Algo bastante eficiente es el factor tiempo, donde se depura toda esta ola de chicos nuevos que por una u otra razón van dejando a un lado las ganas de ser “artistas” por no tener suficiente para aportar, o por aspectos personales donde abren paso a aquellos que van camino a la genialidad.
El talento intrínseco, a diferencia del talento aprendido, se podría dejar de ejercer por mucho tiempo y volver a efectuarlo con la misma habilidad que cuando se dejó de usar. El talento aprendido requiere ser ejercitado sistemáticamente para no perder la destreza, no obstante, esta destreza estaría en germen en el interior del sujeto (Prieto et al, 2008). Es impresionante observar cómo las prácticas se vuelven objetos deseables por la falsa imagen de que si se compra en ese instante algún día su valuación será mayor. Pero este factor va directamente relacionado con la carrera que desarrolle el artista, con las habilidades, exhibiciones, la propuesta en estilo del artista y el movimiento en el que participe. Lo auténticamente rescatable de esto es que al menos, el espectador puede adquirir objetos bonitos para la decoración de sus espacios personales.
Yo defiendo mi teoría en la que el talento es el dominio de un montón de técnicas acompañado de un discurso que propone un sentido nuevo al movimiento. Es decir, no sólo debes tener dominio de tus habilidades motrices si no que debes entender, procesar, comprender y regresar un mensaje; que cualquiera que sea éste, aporte algo para el crecimiento del movimiento en el que te encuentras. El artista no es solo un loco que va coloreando por el mundo, es un alguien que procesa el mundo desde una perspectiva particular y que quiere revelar al espectador dicha perspectiva.
Participando dentro del movimiento artístico, he observado que las nuevas generaciones comienzan a tener una extrema carga de vacío para poder analizar aquello que creen que aman; es decir, quieren ser artistas porque aman el arte, pero no practican la auto observación en la que se revela si es que tienes el talento o los talentos suficientes para que valga la pena dedicar tu vida a la creación del arte.
Con este texto no pretendo hacer crítica si no invitar al estudiante a abrir su mente y buscar las respuestas para encontrarse a sí mismo y poder tener una visión más asertiva de lo que desea y puede hacer.
Tomar en serio una hermosa y noble profesión. ¿Sirvo para hacer arte? ¿Tengo talento suficiente o necesito desarrollarlo? ¿Cuánto realmente puedo decir en mi discurso? ¿Cuál es el sentido de desarrollar esos talentos?
El mundo está lleno de fantasías, es mejor crear una verdad que perdurará, a vivir engañado de por vida…
Los invito a meditar y hacer un esfuerzo por aportar a la historia del arte y no por diseñar una vida basada en la fantasía.
Aimah Hashem / Columnista Invitada. Aimah Hashem es un artista multidisciplinaria que se apoya en la música para crear un discurso que da vida a sus obras. Desde temprana edad ha estado en contacto con el arte, música, teatro y hasta la danza; disciplinas que son practicadas por miembros de su familia paterna y por ello su acercamiento ha sido de forma natural. Gran parte de su vida la dedicó a la música, sin embargo sus habilidades la llevaron hacia el camino del arte de una forma muy particular. Para conocer más de ella visita su sitio oficial, y síguela tanto en Facebook como en Twitter.
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