Por Asfaltos.
A veces, a quienes nos gusta algo demasiado -es decir a quienes nos volvemos fanáticos de algo-, se nos complica aceptar algo distinto a lo que nos había encantado en un principio (cuántos «algo», ¿verdad?). Sucede en muchas ocasiones, y ejemplos sobran; como a quienes de entrada no les gustó el nuevo camino que tomó la franquicia de «Star Wars» con su más reciente película, o como quienes se sintieron ofendidos con la mentada «Batman v Superman: el origen de la justicia«, más allá de su mala ejecución.
Sin embargo los cambios siempre son buenos, y yo diría que también son siempre necesarios. No hay que olvidar que así como a nosotros en nuestro tiempo nos enamoró algo, en la actualidad aquellas nuevas versiones de nuestras aficiones son al mismo tiempo el primer acercamiento de alguien que se atreve a probarlos por su propia cuenta. Las historias evolucionan al mismo tiempo que nuestros tiempos los hacen, y es justo que éstas hablen más directamente a las generaciones del momento en el que se presentan.
Comencé el anterior debraye justo en el momento en el que terminé de leer el «Batman #51» de The New 52, el último «Batman» del equipo encabezado por el escritor Scott Snyder y el dibujante Greg Capullo; equipo completado en este último trayecto por el entintador Danny Miki y el colorista FCO Plascencia. Las despedidas siempre entristecen, y en mi muy particular caso, la despedida de este equipo creativo pesa por los momentos que me entregaron en la que fue sin duda una de las series mejor logradas de los The New 52.
Así, a manera de despedida, el «Batman #51» fluye y cumple con su cometido. Quizá con un «pero» muy claro hasta cierto punto «entendible», como el dejar todo aparentemente inalterado para el siguiente equipo que llega. Sí, Alfred recupera su mano y Gordon vuelve a su papel de policía (chequen lo sucedido aquí); sin embargo, y contrario al Batman que «me tocó a mí», se siente algo distinto, cierto dejo de esperanza y hasta cierta paz en una ciudad como Gótica donde todo puede pasar.
A lo largo de las viñetas bellamente trazadas por Capullo, entindadas por Miki y coloreadas por Plascencia, vamos descubriendo cómo a pesar de la alerta de Batman de una Ciudad Gótica que se ha quedado repentinamente sin energía eléctrica, la urbe vive por fin una noche tranquila; misma noche en la que un columnista del Gotham Gazette le presenta a Batman esa otra Gótica que pocas veces se nos muestra: una ciudad donde una familia cena a la luz de las velas, donde un hombre le devuelve a una mamá con su hijo su bolso caído, donde unos amigos pasan la noche entre bebida y pláticas en la azotea de un edificio, y donde un par de hermanos pequeños juegan en un balcón.
Sí, pareciera que todo el run de los 50 números anteriores (mismo que pueden revisar en esta otra columna mía) ha dejado sin alteraciones el mundo de Batman… pero no. Es ahí, en esa noche sin luz eléctrica, pacífica y positiva, que se nos muestra el Batman que Snyder, Capullo, Miki y Plascencia regalan a la generación que les leyó. Un Batman que alejado de la venganza por redimir la muerte de sus padres, y alejado de la loza pesada que resultó su promesa ante la tumba de ellos por convertirse en el vengador de la ciudad, se convierte en un símbolo de esperanza; esperanza de una ciudad que ha volteado hacia sí para encontrar ese cambio tan esperado: en las cosas pequeñas que afectan y transforman de verdad. Claro, su sudor (y literal su vida) le costó, pero ese es el mensaje que podríamos decir resume toda la serie de 50 números previos.
Hacia el final, en esa emblemática imagen del Batman vigilante de Ciudad Gótica hay un símbolo pocas veces mostrado; símbolo que resume perfectamente el gran logro de esta serie que termina y nos regala un Batman diferente al que conocimos: sin la oscuridad característica, sin su batiseñal llamándole, Batman vigila Gótica en el alba de un nuevo y brillante día.
Sí, muchas cosas podrían haber permanecido para entregarlas a un nuevo equipo de guionistas al que tocará escribir una nueva historia; pero para quienes les tocó este Batman que termina hay un mensaje de esperanza, un mensaje de esperanza que se agradece y se despide con alegría y emoción. A mí me gustaba el Batman que sufría… creo que ahora disfruto más este Batman tranquilo, en paz.
RUGIDO DE LA SEMANA: ¡Tenemos de vuelta el #DiscoDeLaSemana en Reconoce MX! El álbum, reseñado por Esteban Hernández a quien le doy la bienvenida, es el «Lemonade» de Beyoncé. Todo bien, me llama mucho la atención el sonido de la cantante, bailarina, modelo, actriz y empresaria para este material, pero… al ser un material exclusivo de Tidal no puedo escucharlo con tanta facilidad si no es comprándolo. ¿Cómo voy a comprarlo si no puedo escucharlo antes? El debate relacionado a la forma en la que se distribuye música sigue en pie, pero de que le va bien a Beyoncé con las ventas de su música, le va bien.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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