Contra la felicidad

  • Por Pam N.

    Contra la felicidad
    En defensa de la melancolía
    Eric G. Wilson
    Ensayo
    Taurus, México 2008. 200 págs.

    “La melancolía es tristeza que ha adquirido luminosidad.”
    Italo Calvino

    Ante una sociedad que nos conmina a ser exitosos, un estado de ánimo brillante puede que no sea la única manera de alcanzar la felicidad. Eric G. Wilson, catedrático de la Universidad de Wake Forest en Carolina del Norte, Estados Unidos, analiza, con resultados que ponen a reflexionar a más de uno, los aciertos de permitirse un poco de melancolía.

    Contra la Felicidad de Eric G. Wilson

    Ser feliz significa algo distinto para cada persona, pero es un hecho que el estilo de vida norteamericano actual ha implantado no sólo entre los habitantes de Estados Unidos, sino también en aquéllas culturas en las que repercute, una idea generalizada de lo que es la felicidad.

    Así, un camino personal direccionado a la posesión de la perfección física, la adquisición imparable de bienes y cualquier clase de método que dé batalla a tristezas no deseadas (ni por quien pasa por una mala etapa ni por quienes conforman su entorno) es aplaudido.

    Lo anterior parecería ideal para ciertas esferas sociales, a no ser porque, como afirmó Schiller, todos los seres humanos somos melancólicos; y es cierto que no lo son en la misma medida, pero todas las personas manifiestan tintes de tal naturaleza en alguna etapa de su existencia.

    Para Eric G. Wilson, la melancolía desde tiempos inmemoriales ha sido considerada como un mal, una enfermedad y una tendencia dañina a erradicar; pues la también conocida como bilis negra no ha sido bien recibida como elemento constitutivo de la personalidad y es una predisposición que se ha buscado eliminar permutándola por un estado de alegría en quien la sufre.

    No obstante, afirma el autor que no se puede dejar de lado el hecho de que la melancolía ha sido, como lo permite valorar la historia del arte, la materia prima de muchos artistas. ¿Van Gogh hubiese sido el fabuloso pintor que fue sin su carácter taciturno? ¿Sería Beethoven uno de los máximos músicos de la historia si no se hubiere rebelado -mediante la composición- a los sucesos que nublaban su destino y lo hacían sentir en ocasiones <<la criatura más infeliz del Señor>>?

    Con sus argumentos, Wilson no pretende aplaudir la depresión como trastorno que paraliza a quien la sufre, sino reconocer que la tristeza y la melancolía son instrumentos impulsores de la creatividad y el crecimiento que se suelen negar o rechazar, y en vez de dejarlos fluir, se acostumbra adoptar como mantra un falso “todo está bien” que provoca la pérdida de verdaderas oportunidades de crecimiento pues, en palabras del catedrático, sólo cuando experimentamos nuestras extraordinarias limitaciones somos conscientes de nuestras grandes posibilidades.

    Contra la felicidad, se erige como una introducción objetiva a la melancolía, reconociendo que no todos los entes melancólicos son por esta cualidad forzosamente creativos y talentosos, pero subrayando que los altibajos en los estados de ánimo son tan naturales como lo es el invierno y, que tales valles depresivos deben explotarse reflexivamente en vez de apostar por una felicidad que sin introspección sería irreal y acartonada.

     

     

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4 Comments

  1. Abril Rodriguez
    2 febrero, 2012

    Una sìntesis muy completa, profunda y concreta sobre un libro que se antoja interesante. Me gusta!

  2. Miguel Ángel
    2 febrero, 2012

    Incitante análisis. Afilada visión. Me gusta, me gusta.

    Mike

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