Comercializando vidas, parte 1.

Por Aranzazú Martínez Galeana.

Cuando pienso en el tema de trata de personas, inicialmente sólo se hacen presentes adjetivos que expresan coraje, impotencia y nula aprobación. Pero más que adjetivos, viene a mi mente la certeza de que debido a la complejidad del mismo no es suficiente ponerle etiquetas, aunque si esto sirve para concientizar a las personas, bienvenidas sean. La trata de personas es un tema duro y real. Va directo a la médula de la sociedad actual. No sólo cuestiona y hace peligrar al hombre, también hace lo propio con los principios y valores sobre los que la sociedad actual se encuentra cimentada.  Todo es desechable y práctico, todo es reemplazable y efímero, todo se valora en función de su utilidad y los beneficios que proporciona, todo tiene un precio, incluso el ser humano. La trata de personas atenta contra el hombre y contra su definición, atenta contra su supervivencia, el valor de ella, y claro, contra su fragilidad. ¿Dónde queda Kant y su máxima que señala que:

Comercializando vidas, parte 1.

[…]El hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales[…]

Simplemente ya no queda en esta sociedad. La ética kantiana es superflua en tiempos donde el utilitarismo y el capitalismo depredador se proclaman como los absolutos vencedores.

Aunque si nos remontamos a unos siglos atrás, nos daremos cuenta que realmente nunca ha estado vigente. Desde el inicio de la humanidad han existido ganadores y perdedores donde evidentemente los primeros han establecido las reglas del juego en la arena internacional. Los vencidos, históricamente han jugado un papel de sumisión y de humillación a costa de los vencedores. Sin la existencia de condiciones económicas, políticas y sociales igualitarias para todos los contendientes desde el principio el desenlace era inevitable. La esclavitud en su versión clásica hizo su aparición para que después hicieran lo propio otras formas de dominación, como la trata de blancas (término acuñado a principios del siglo XX, que definía la comercialización de mujeres blancas llevadas a países árabes u orientales para ser concubinas o trabajadoras sexuales) después el término dejó de ser suficiente cuando nuevas formas y objetivos de explotación que abarcaban a más sectores de la población, no únicamente mujeres, fueron apareciendo.

El Protocolo de Palermo (o también llamado Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños) fue adoptado en Italia en el 2000 siendo un acuerdo internacional adjunto a la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional. En él se define a la trata de personas como:

[…]la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos[…]

Burdamente esta descripción puede ser dividida en tres elementos: Las acciones concretas, la captación, el transporte, el traslado, la acogida y la recepción de personas. Qué medios son usados para lograr su cometido, la amenaza, el uso de la fuerza, el engaño, etcétera. Y cómo son explotados, sexual, laboral, esclavitud o prácticas símiles, servidumbre o extracción de órganos. Esta definición más que aclarar presenta una serie de retos en todos los planos posibles que al verse reflejados en estadísticas nos dan una idea, mínima, de la gravedad de la situación.

1. Según la Organización de Naciones Unidas la trata de personas en México supera como negocio ilícito al narcotráfico con ganancias de 6 mil 600 millones de dólares sólo en el 2010.
2. La población más vulnerable es la femenina y los menores de edad. Los estados de donde proceden la mayoría de las víctimas son: Chiapas, Oaxaca y Veracruz.
3. Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) 16 mil menores son víctimas de explotación sexual cada año, 85 mil son usados dentro de la industria pornográfica y en 21 de los 32 entidades del país existe turismo sexual. En este último apartado destacan: Acapulco, Tijuana y Cancún.
4. Si bien es cierto que desde el 2007 existe una legislación a nivel federal que sanciona con 6 años de cárcel, cada estado regula de manera distinta el delito. En Querétaro y Sinaloa se castiga únicamente con 6 meses en prisión.

Esta es la primera parte de tres entregas sobre este multidimensional tema, pretende ser una breve introducción sobre un conflicto amplio y nada sencillo de clarificar, donde por más que se busque simplificar o reducir a cifras u hojas es imposible. La trata de personas es un ejemplo fehaciente de que seguimos viviendo en realidad de la que nunca salimos; del estado de naturaleza de Hobbes donde ineludiblemente el hombre sigue y seguirá siendo el lobo de sí mismo.