Conocida por ser una de las tantas estaciones del Metro de la Ciudad de México -parte de las líneas 1 y 8-, Salto de Agua se ubica en el centro capitalino, en plena delegación Cuauhtémoc. Ahí, de forma que uno no puede dejar de ver, se encuentra una de las fuentes históricas de esta ciudad capital… o mas bien, una réplica, como hace algunos años me enteré.
Estaba de visita en Tepotzotlán, como parte de un viaje exclusivamente dedicado para conocer el Museo Nacional del Virreinato. En el lugar, que por sí solo merece un texto que espero poderles pronto compartir, me encontré con algo que sentía yo ya había visto. Sin mayores referencias, seca a diferencia de su momento de plenitud, me encontré con la verdadera fuente de Salto del Agua.
En su momento de esplendor, en plena colonia novohispana, la fuente de Salto del Agua servía para abastecer de agua dulce a una ciudad que había fundada sobre un lago. El vital líquido, que llegaba para satisfacer la sed de los habitantes de la capital, llegaba del manantial de Chapultepec a través del acueducto del mismo nombre.
Construida por Ignacio Castera, e inagurada el 20 de marzo de 1779, la fuente de Salto del Agua se mantuvo en su sitio original hasta que fue removida y sustituida por una réplica de Guillermo Ruiz a mediados del siglo pasado. La original, como ya lo comenté, permanece en el Museo Nacional del Virreinto en Teptzotlán, donde puede ser admirada como la obra escultórica que es; pero también como la fuente de vida que fue en la ciudad capital.
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