Por Asfaltos.
Desde muchísimos años existía el oficio del ropavejero. Heredero del buhonero medieval, el ropavejero carga consigo la materia prima que compra en segunda mano, para posteriormente por su cuenta, revenderla. El ropavejero en México es un oficio tradicional aún vigente.
«Anda por las calles, rolando por ahí, es el ropavejero que te va a hacer sufrir…», así comienza la letra de una canción que sigue en la lógica de asustar a los morros como lo hiciera también el gran Cri-Crí con su célebre «El ropavejero». Y es que algo hay de fascinante sobre aquellos personajes que compran de todo, ya sean «tiliches, niños valaches, perros, gatos, cualquier otro cachivache», por lo que ahora tocaba el turno de volverlo hasta caníbal, como lo hicieron los Hikuli Walula.
Conformados en 2004, con las ganas de expresar su sentir y sus ideales, comenzó la historia de Hikuli Walula, en ese momento bajo el nombre de Skina Ruda. De Paracho, Michoacán, la agrupación fue consolidando su sonido para convertirse en una divertida banda de surf que pasaría a llamarse ahora sí como Hikuli Walula, que en huichol hace referencia al “tío” guardián del peyote.
Como Hikuli Walula el grupo involucró nuevos sonidos provenientes de géneros tan diversos como el swing y la cumbia, y de acuerdo a lo que se puede ver en su página en Facebook, aún siguen vigentes y dando shows.
Yo recuerdo a este interesante proyecto por su melodía «El ropavejero», en su versión canibalesca, por llamarle de algún modo. Aguas, no se confíen, el ropavejero no sólo compra colchones, tambores, refrigeradores, microondas, estufas, lavadoras, o algo de fierro viejo que vendan…
Foto: M Morales México.
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