Por Sandyluz.
Pocos personajes intrigan tanto en el colectivo imaginario como Drácula, sí, el excéntrico conde de Transilvania. Popular recientemente, debido a la infortunada saga de libros, conocidos entre su público adolescente como «Crepúsculo», resucita en nuestras mentes el villano chupasangre e inmortal: el vampiro. Anteriormente, Ann Rice, autora estadounidense, desempolvó la imagen del ser hermoso e inmortal, condenado a alimentarse de sangre (tradición folclórica desde épocas medievales) con «Entrevista con el vampiro»; luego «El príncipe Lestat» y luego «Armand» y los que le siguieron, engolosinada con los personajes que inventó en los 80. Con todo, la idea primigenia vino de Bram Stoker, autor irlandés y su libro «Drácula», que tuvo una adaptación cinematográfica bastante aceptable (Francis Ford Coppola, 1992), donde vimos a consolidados actores hollywoodenses, como Gary Oldman, Anthony Hopkins, Winona Ryder y Keanu Reeves. Una bondad del filme es se apegó estrictamente a los eventos ocurridos en la obra literaria.
Ya luego, hablaré del libro de Stoker y de su adaptación cinematográfica. Ahora, quisiera acercarlos a un cuento, que llegó a mí de manera insospechada y que aporta las bases de la historia del conde Drácula. Escrito por Bram Stoker, “El invitado de Drácula” permanece sin develar para los públicos masivos. Quedó relegado, fuera de la imprenta, siendo que fue escrito primero. Publicado por primera vez, hasta 1914, muy aparte del libro (1897), es el capítulo introductorio para Drácula. Fue excluido del libro, pues el editor decidió que la longitud excedía lo admisible; así, este relato, donde el conde hace su primera aparición, se consideró redundante y permaneció varios años guardado en el cajón.
Este cuento, narrado a manera de testimonial, presenta a un joven aristócrata, deseoso de dar un paseo por los alrededores de Múnich. Al chofer lugareño, Johann, le preocupa que su mein Herr (caballero; escrito así en el texto original) deambule por ahí siendo vísperas de La Noche de Walpurgis (festividad pagana, del 30 de mayo al 1 de abril, donde los celtas celebraban la primavera y al dios Belenos). El caballero escéptico y racional insiste en aventurarse ladera abajo y queda inmerso en una atmósfera nebulosa, con vientos que gimen, con vegetación envolvente. La amenaza de nieve, la estupefacción que suscita el descubrir herrumbrosas tumbas diseminadas con todo y sus espectros, culminan cuando el personaje vislumbra, con claridad, un lobo amanezante. El clímax del relato sucede cuando, luego de ser rescatado, herido con la mordida del lobo (¿acaso vampiro polimorfo?), el cochero le entrega una extraña nota, proveniente del desconocido caballero que contribuyó en su rescate: Drácula… Todo esto es la fehaciente prueba de que la leyenda es cierta; lo padecido es antesala de los horrores y misterios que aguardan en ese maligno territorio.
Historia, singularmente narrada, maneja el misterio de manera paulatina y creciente; podrá tenerlos en suspenso, al especular sobre el destino del personaje protagónico. Piedra angular para aproximarnos al mítico personaje. Ojalá y se aparezca “por ahí”, de manera insospechada, entre sus pendientes de lectura.
Fuente: Trueba, José Luis. «Vampiros. Antología de cuentos». México: Porrúa, 2012.
Sandyluz. «Detrás de la pluma…» Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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