Comercializando vidas, parte 2.
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Comercializando vidas, parte 2

  • Por Aranzazú Martínez Galeana.

    Hace tiempo hablaba con un señor que lleva viviendo en Estados Unidos 4 años. Después de presentarnos brevemente y romper el hielo  le pregunté que sí pensaba regresar a México y me contestó: “Sí, todo el tiempo pienso en volver”. Después de esa verdad que guardaba con tanto celo, me contó de su familia en especial de su hijo de 6 años al que tanto extrañaba. De regreso a la universidad no dejé de pensar en él y en las condiciones que lo habían llevado a estar aquí; en un país extraño, con un lenguaje distinto, culturalmente opuesto pero eso sí con “aparentes” mejores condiciones laborales.  Esta pequeña introducción sirve para exponer los puntos a tratar en esta segunda entrega de “Comercializando vidas”.  ¿Qué motiva a una persona a decidir, voluntariamente en la mayoría de los casos, a salir de su país? ¿Qué factores considera al elegir su destino? ¿Cuáles son los grupos más vulnerables en estos procesos migratorios? ¿Y México?

    Comercializando vidas, parte 2.

    Comercializando vidas, parte 2.

    De acuerdo al reporte presentado en el marco del 123° periodo de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos titulado “La trata de personas: Un reto para México y Centroamérica” existen push factors, también llamados factores de expulsión, a nivel regional que provocan que una persona decida salir de su país. Entre las razones más recurrentes se encuentra: la pobreza, problemáticas familiares, inestabilidad del panorama político, económico y social, discriminación y la globalización. Por otro lado, los pull factors, o factores de atracción, son el llamado “sueño americano”, la reunificación familiar y finalmente, la demanda de mano de obra barata.  Si buscamos desenmarañarlos nos daremos cuenta que es  prácticamente imposible ya que la relación de interdependencia existente es tangible y afecta a cada una de las aristas del problema en mayor o menor medida. Peor aún, asumiremos una realidad que para Immanuel Wallerstein era obvia. Existe la “violencia estructural” y existe en todo el mundo, en América. Pero  duele y se siente en México. Básicamente consiste en que el mismo sistema (condiciones políticas, económicas y sociales) “lastima” al individuo y con él a sus necesidades básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) causándole una violencia no directa, aparentemente.

    Paralelamente a este panorama nada alentador hay otra realidad ineludible. Este tipo de violencia es más proclive a darse en los sectores más vulnerables de la población (esto de ninguna manera quiere decir que los factores de expulsión y atracción ejerzan influencia únicamente en estos grupos, tristemente nadie se encuentra exento de ser presa de ellos) aumentando así, las posibilidades de ser víctimas de la trata de personas. Aunado a lo ya mencionado anteriormente, hay otros elementos que agudizan el problema. Entre los principales se encuentra: la necesidad de migrar de forma irregular así como falta de información acerca de cómo migrar y las leyes que rigen al país de destino, la presencia de redes criminales, una deuda existente con el pollero-coyote-traficante y el ser mujer, niño(a) o adolescente. ¿Algo de lo leído nos parece familiar? En México esto no nos sorprende, aunque debería. Actualmente México se encuentra clasificado como país de origen, tránsito y recepción en materia de trata de personas y si los datos duros, más que casos o palabras al aire, nos siguen causando algún tipo de impacto que motive a la acción, he aquí algunas:

    1. Según la Red Nacional de Refugios, en México operan 47 redes dedicadas a la trata de personas. Cada año  hay 800 mil adultos y 20 mil menores víctimas.
    2. Las rutas por las que las personas son conducidas incluyen los estados de Veracruz, Chiapas, Puebla, Oaxaca, Tlaxcala, Baja California, Chihuahua, Guerrero y Quintana Roo. Así como países centroamericanos como Guatemala, Honduras y El Salvador.
    3. Según el reporte del año 2011 sobre tráfico de personas en 175 países realizado por el  Departamento de Estado de la Unión Americana, México se encuentra en la categoría 2. Lo que significa que el gobierno no cumple con el mínimo de estándares para la eliminación de la trata de personas.

    Ya se definió el problema y su modus operandi. Se hizo lo propio al establecer sus causas y señalar a quienes son víctimas de sus efectos. Ahora falta ver qué se está haciendo actualmente en México para ir en contra de las estadísticas. O poniéndolo en otros términos, ¿realmente se está haciendo algo?

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2 Comments

  1. Elizabeth Aguilar
    9 febrero, 2012

    😀 Ara, te recomiendo consultes la ley de Trata y las reformas que se han dado a los articulos 19, 20 y 73 en materia de Trata, como se ha tipificado el delito y los avances que poco a poco se han ido prsentando.

  2. Aranza Martínez
    9 febrero, 2012

    ¡Mil gracias Eli! Ya lo checo.

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