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La procrastinación y la insoportable levedad del ser

Columnistainvitado
Por Sandyluz
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La sociedad posmoderna es especialista en procrastinar, en tomar todo «a la ligera», «alivianadamente». La RAE define procrastinar como aplazar, postergar; el «ahorita lo hago», «ahí luego», «otro ratito» son claros ejemplos de procrastinación mexicana. Ante tantos distractores resulta común, casi un hábito, diferir los dichosos pendientes. Nos hemos convertido en una sociedad de entretenimiento que vive «el mientras», «el entre tanto», coleccionando el momento limbo del aplazamiento. En vez de ocuparnos de los asuntos, solemos preocuparnos.

El exceso de información disponible en internet y en redes sociales propicia un ser social de clóset que se relaciona por medio de su monitor de computadora; tiene el televisor encendido en mute, el radio como música de fondo, libros y papeles regados por doquier, mientras espera el momento preciso de inspiración para ponerse «a jalar». Dicha rutina deriva en hábito, en modo de ser; más allá, en destino.

Todo esto me hace pensar en Milan Kundera -famoso escritor checoslovaco de la ola existencialista- y en su novela de 1984 «La insoportable levedad del ser». ¡Irónico que la literatura pronosticara el derrotero de una sociedad que sufre de levedad y de exceso de velocidad! La novela de Kundera ofrece un retrato intimista de dos parejas: Teresa y Tomás, Sabina y Franz; cada personaje vive lo mejor que puede, con las telarañas de sus recuerdos, traumas, filias y sospechas; intentan relacionarse entre sí, con lo vertiginoso y apasionante que conlleva formar una pareja.

La novela de Kundera explora un tema profundísimo, más allá de narrar el ser y acontecer de los personajes: la libertad y restricción, las cargas que asumimos, en aras de «ser alguien» en esta sociedad mundana. Así, este vigente libro nos dejará pensando largo rato sobre quiénes somos y por qué nos sentimos insignificantes, en esta sociedad masificada, donde respiramos ahogadamente.

La tesis profunda del autor expone que la mayoría de los individuos apenas sobrevive, «se la lleva leve», consumiendo filosofías optimistas; se acostumbra a los rigores de su vida y termina por olvidar sus sueños, hundiéndose en el lodo del cual es imposible escapar, aludiendo a Jean Paul Sartre. Unos cuantos «locos» deciden aceptar una carga más pesada, que da sentido a su existencia, que implica sufrimiento, sacrificio, tal vez hasta rechazo público y represión. Por ley de gravedad, la carga empuja al individuo hacia la tierra y puede aplastarlo, contra una sociedad que vive levemente, sin cuestionar nada. La carga dificultosa implica existencia; nos aparta de la muchedumbre sin identidad (como ejemplo, el caso de un personaje mundialmente conocido: Jesucristo). Flotar, procrastinar, «alivianarse», desde la visión de Kundera, nos conduce a «la nada», a la inexistencia de una lápida más, cuyo nombre será borrado por el viento. «Pesar» confiere pasión e identidad; es abandonar el vaivén de la procrastinación y de la ceguera que conlleva el vivir conectados al aparato mediático de nuestra sociedad contemporánea.

Interesante, ¿verdad? El sentido real de nuestras vidas sólo podemos hallarlo nosotros mismos, mediante las decisiones y cargas que afrontamos. Diría Sartre: «estamos condenados a ser libres». Qué fácil decir que estamos ocupados y entretenernos, como pretexto para no afrontar nuestra existencia. Nuestro quehacer activo es «decidir ser», desde nuestra frontera individual. Así, la levedad del ser se torna insoportable porque sólo arroja autómatas consumistas sin imaginación, sin decisión. Lo difícil es lo otro: pesar y trascender…

Fuentes consultadas:
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Web. Fecha de consulta: 5 de agosto del 2016.
Kundera, Milan. «La insoportable levedad del ser». México: Maxi Tusquets Editores, 2015.

Foto:
Anxo Antón.

IMG_5743Sandyluz. «Detrás de la pluma…» Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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