Por Asfaltos.
¡Ah, la juventud, divino tesoro! ¿Quién no se ha puesto de melancólico de tan solo recordar aquellos días que se fueron para no volver jamás? Aquellos años de la infancia, en los que lo único que nos importaba era divertirnos, jugar y pasárnosla bien; o la juventud, en la que con la punzada cualquier chica o chico nos volvía absolutamente locos. Qué va, yo no extraño nada de cuando cerca de los 20 me enamoré por primera vez… va, para qué engañarnos, sí, lo extraño y mucho.
La historia de Paul Dedalus, quien se despide de una novia, amante o amiga, da inicio precisamente en ese recuerdo del ayer, comenzando por una difícil infancia en la que deja patente lo mucho que odia a su madre, así como lo tremendamente indiferente que le resulta su padre. Es así que alistándose a dejar atrás Tayikistán, fijando rumbo a su natal Francia, basta con oir mencionar una vez más el nombre de la capital París para activarle una serie de recuerdos que llevarán a Dedalus a recordar precisamente «Mis mejores días».
Bellamente filmada, con un concepto en el de vez a vez los personajes nos hablan a nosotros como lo hacen con el propio Dedalus quien los recrea con su memoria, «Mis mejores días» es una cinta preciosa en la que los recuerdos toman forma para adentrarnos de manera perfecta en una historia que no deja de atrapar nunca nuestra atención. Es una película que atrapa y que cautiva.
Sí, como en cualquier otra juventud, hay excesos, fiestas, amigos, chicas y chicos, sin embargo, como también en cualquier otra juventud, hay un gran amor que es el que nos daremos cuenta que mueve los recuerdos de Paul Dedalus así como los hilos de la historia en la cinta. Bien avanzada la cintam se nos deja evidente que el meollo del asunto es precisamente un gran amor que gana protagonismo. Ahí descubrimos también que la razón por la que si bien al principio parece no ser un gran asunto para Dedalus regresar a Francia y sobre todo a París, en realidad sí lo es y mucho.
En la transición entre la infancia y la juventud, «Mis mejores días» acierta en compartirnos sensaciones que nos harán recrear vivencias personales que al final nos ligarán con lo plasmado en pantalla, para de ese modo involucrarnos de manera perfecta con los personajes y conectar con lo presentado en la cinta. Todos los personajes presentes, en mayor o menor medida, logran conectarse con nosotros de modo tal que sí nos importa lo que les va a suceder a cada uno de ellos, y en especial a los dos principales.
¡Qué buenas actuaciones de los jovensísimos Quentin Dolmaire y Lou Roy-Lecollinet! Dirigidos de igual gran manera por el galardonadísimo Arnaud Desplechin, «Mis mejores días» es sin duda una de esas recomendaciones de cine que no podemos dejar ir. ¿Quieren pasar un gran momento, no despegarse de la pantalla y además reactivar alguno que otro recuerdo a nivel personal les haga pensar precisamente en sus mejores días? No dejen de ir al cine a ver esta gran película que estrenan este fin de semana los buenazos de :ND Mantarraya.
Con imágenes cortesía de :ND Mantarraya.
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