«26 de julio» fue el nombre que Fidel Castro le dio a su grupo de guerrilleros revolucionarios que el 25 de noviembre de 1956 partió en el Gramma con 82 hombres para dar inicio a una de los movimientos más emblemáticos del siglo XX.
60 años después de esta aventura que partió de Veracruz y con 90 años de edad, murió –en ese mismo 25 de noviembre– Fidel Castro; la imagen, la cabeza, el corazón y el estómago de la revolución cubana y el sueño –con sus dos facetas ocultas– de una nación libre y soberana ante el embate del mundo neoliberal.
Y según anécdotas curiosas, Granma es un nombre mítico y que eleva el espíritu de los luchadores sociales hasta ese punto en donde todo parece posible; pero en realidad este nombre es solo la abreviación de abuela en inglés (Grandmother), una metáfora bastante paradójica como para ser la embarcación que le cambió la historia a Cuba.
Así, el 25 de noviembre de 1956, Fidel embarcó a sus hombres a una aventura que no sabía siquiera si llegaría a Cuba. Es decir, con la sospecha pesarosa de que morirían si o si, ya fuera en altamar, o en tierra firme producto de los combates.
En algún momento, el Che Guevara dijo sobre el Granma: «El barco presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito».
El 25 de noviembre de 2016, Fidel Castro dejó este mundo como la entrañable imagen de ser ese símbolo que para muchos, fue el único que pudo soportar el embate del imperio estadounidense; para otros, un dictador que hundió a su país en penurias materiales y una crisis de derechos humanos.
«Si salimos, llegamos; si llegamos, entramos; si entramos, triunfamos», dijo Castro justo antes de partir de Veracruz en 1956. Lo que vino después ya es historia.
Claro que Fidel también es odiado. Algunas comunidades cubanas en los Estados Unidos –y adentro de la propia isla– festejan su muerte, como si con ello significara derrotar a la revolución. Los políticos estadunidenses también festejan su muerte física, pero parece que políticamente Cuba sigue siendo un gran fantasma para el imperio.
La figura de Fidel se convirtió en debate mundial. Su política de gobierno, que poco a poco tuvo que jalar a su izquierda debido al poco espacio que encontró en el centro, además de las críticas cargadas de odio de sus detractores, hicieron dudar al mundo de lo que fue y sigue siendo la revolución cubana, o lo que queda de ella.
He platicado con gente que conoce Cuba; con cubanos que salieron de su país pero no exiliados ni balseros; con algún académico y es difícil –al menos para mí–, dimensionar la realidad de la isla.
¿Son pobres porque no tienen acceso a cosas materiales y a un consumismo de devorar como nosotros o los Estados Unidos? ¿Viven en la pobreza extrema, como unos 30 millones de mexicanos?
Si la gente quiere salir de Cuba por la pobreza en la que vive, ¿en qué se diferencia esto de los migrantes mexicanos que quieren ir a los Estados Unidos por la miseria que viven en sus poblados?
Si Cuba viola sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos, ¿por qué la ONU emitió 14 recomendaciones a México hace unas semanas, en esta misma materia?
Si todo se mide desde indicadores macroeconómicos, Cuba vive en la miseria total. Según el economista español Juan Ramón Rallo, la isla “es uno de los países más pobres del mundo. En 1959, era tan rica como Singapur, pero, desde entonces, la renta per cápita de ambos ha mostrado una evolución diametralmente opuesta”.
Además, en materia de consumo, en Cuba una televisión cuesta 16 meses de trabajo –tal vez sea algo así como meses sin intereses para nosotros–, mientras que un paquete de detergente consume el 20% del sueldo, por poner tan sólo dos ejemplos prácticos, dice el economista.
Pero si se analiza desde el punto de vista social, las cosas toman otro matiz. “En La Habana no son habituales los tiroteos, los asaltos a comercios y domicilios a mano armada… Y son prácticamente inexistentes fenómenos que afectan a otras ciudades de la región, como los secuestros o las acciones del crimen organizado”, dice un artículo publicado en la BBC.
Mucho se ha hablado de la riqueza de Fidel Castro, su vida de lujos y sus mansiones de descanso, incluso con marinas personales y delfinarios exclusivos. ¿Y los Duarte, los Yarrington, los Moreira, etc., etc., etc.?
No defiendo ni justificó el sistema cubano, simplemente intento poner en una perspectiva mayor el hecho de que en todo caso, todo depende del cristal desde dónde se mire.
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