Texto y fotos por Gina Szclar.
Probablemente no sea uno de los directores más prolíficos que ha habido, pero sin duda sí uno de los más controvertidos e influyentes en las últimas décadas. Stanley Kubrick, el director poco dado a conceder entrevistas, el hombre hermético en su vida familiar, el amante de los gatos, abuelo cariñoso y un padre estricto, así lo definió su hija Katharina en la conferencia de prensa previa a la inauguración de esta imponente exposición que Cineteca Nacional realiza en conjunto con el Deutsches Filmmuseum Frankfurt am Main y el apoyo de The Stanley Kubrick Archive.
A lo largo de su carrera realizó 16 largometrajes, cada uno venía precedido por alguna innovación o aportación cinematográfica, pero también por algún escándalo de grupos conservadores; sus películas, gustaran o no, siempre dividían al público y a la crítica.
Esta exposición ha recorrido las ciudades de Monterrey, Seúl, Cracovia y Ámsterdam, entre otras y planea continuar un par de años más. He tenido el privilegio de haberla visto tanto en Monterrey como en San Francisco, y definitivamente la curaduría con que está expuesta en “La Galería” de Cineteca Nacional es sin duda una de las mejores, además de la más completa (ya que en su conjunto son cerca de 1,800 objetos, y aquí tenemos casi 1,000) y quizá sí una de las mejor presentadas.
Hans Peter Reichmann es el curador en jefe de la exposición a nivel mundial y ha estado presente paso a paso en el proceso del montaje en nuestro país. Cada área está recreada de una forma orgánica y armónica, lo que produce una sensación de ser una parte activa y no pasiva dentro de ella.
Se encuentra dividida en 16 secciones que llevan un orden cronológico: desde sus inicios como fotógrafo (que a decir de Juan Arturo Brennan, especialista en Kubrick y curador local de la expo, «de no haber sido director, seguramente hubiera sido uno de los mejores fotógrafos»); pasando por «Espartaco», filme que el director no consideraba realmente suyo, ya que llegó a reemplazar a Anthony Mann, director inicial; hasta dos trabajos inconclusos, uno de ellos sobre la vida de Napoleón, personaje a quien admiraba y del cual hizo una meticulosa y obsesiva investigación (276 libros del tema lo avalan).
La sección dedicada a «Lolita» está enmarcada en seductores tonos rojos y una figura de Lo en un mexícanisimo altar rodeada de flores. Podemos apreciar las cámaras que usó, su tablero de ajedrez, la famosa hacha que utiliza Jack Torrance para intentar matar a su esposa Wendy, así como el suéter del pequeño Danny o el bastón de Alexander DeLarge en «Naranja mecánica».
Kubrick revisitaba los géneros, los desmenuzaba y los transmutaba para siempre. Jan Harlan, cuñado y productor de algunas películas de Kubrick, comentaba que lo que hacía especial a este director era, “más allá de su permanencia, el estar enamorado… enamorado de la historia… del guión…de la idea”.
Lo cierto es que Kubrick estaba enamorado del cine por el cine mismo, y visitar esta exposición será compartir con él un poco de ese amor.
La exposición abrió sus puertas desde el pasado 1 de diciembre y hasta el 29 de mayo de 2017, en un horario de 12:00 a 21:00 horas de martes a domingo. Los boletos están disponibles en taquilla y en internet, el costo es de $65.00 general y $45.00 con credencial de estudiante.
Gina Szclar Barnavid / Columnista Invitada. Egresada del Diplomado de Apreciación Cinematográfica de la Universidad Iberoamericana en 1993. Cursa diversos talleres sobre cinematografía. De 1999 a la fecha imparte cursos en el Tec de Monterrey Campus Estado de México y Campus Santa Fe. En mayo del 2016 obtuvo el Borrego de Oro, máximo reconocimiento que otorga el Tecnológico de Monterrey a la excelencia docente. Es profesora en la Asociación Mexicana de Cineastas Independientes (AMCI) de 2003 a la fecha. De febrero a junio del 2015 impartió el curso Tarantino de la A a la T en las instalaciones de la Cineteca Nacional. Coordinadora de los Comités de selección de programación del Festival de Cine Judío en México de 2011 a la fecha.
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