Una noche musicalizada en vivo con Georges Méliès

Por Asfaltos.

Somos tremendamente afortunados quienes vivimos en Ciudad de México. Sí, claro, la ciudad se padece en muchos sentidos, pero también hay que aceptar que es sin duda una de las urbes más importantes del mundo, y por lo mismo, una de las más ricas culturalmente hablando. Aquí uno no se puede aburrir, pues semamanlmente existen siempre opciones para poder divertirse y distraerse, entre semana o el fin de semana.

Ayer, por ejemplo, me lancé con una gran amiga al evento de cierre de los festivales Aural y Bestia, el cine-concierto de Georges Méliès. La experiencia fue sencilla, pero tremenda. En el Auditorio BlackBerry, en una pantalla grande, la proyección de algunos de los trabajos más importantes de un cineasta considerado innovador en su tiempo, ¡y vaya que sí! Como ¿aderezo?, la musicalización en vivo de lo que veríamos en pantalla, a cargo nada mas y nada menos que del compositor y tecladista John Medeski -por cierto responsable del ensamble-, el guitarrista Lee Ranaldo (Sonic Youth), el baterista Kenny Grohowsky (Abraxas) y el bajista Mike Rivard. Qué les digo… ¡tremendo!

Hacía ya algunos años que me había tocado, por vez primera, experimentar este tipo de proyecciones y siempre me parecieron alucinantes. De entrada éstas valían tremendamente la pena, pues Méliès, quien vivió entre 1861 y 1930, fue en efecto un innovador por incluir efectos especiales, fotogramas coloreados a mano y fotografías en lapso de tiempo. El cineasta, pionero del mismo arte también, es considerado el iniciador del cine de terror, además de ser el primer cineasta en desarrollar el género de ciencia ficción en imagen en movimiento. Entre lo que vimos, destacándose evidentemente la clásica e icónoca «Viaje a la Luna» que cerraría la proyección, se presentaron también una serie de cortometrajes en 2k, muchos de ellos presentados por primera vez en el país.

El Auditorio BlackBerry, foro ubicado en la Condesa (justo en la esquina donde se juntan los accesos tanto al Metro como al Metrobús Chilpancingo), se fue llenando paulatinamente para recibir a un buen número de asistentes que ansiábamos disfrutar de una noche repleta de cine y música. Parados, quienes nos encontrábamos en pista, nos alistamos con bebidas y palomitas en mano para disfrutar también de cuatro talentosísimos músicos.

Para empezar John Medeski, quien es un reconocido compositor y tecladista de jazz estadoiunidense, líder y miembro de Medeski Martin & Wood. Además de dominar el piano acústico como pocos, Medeski es conocido por su extensa variedad de instrumentos entre los que se destacan el órgano Hammond B3, la melódica, el mellotron, el clavinet, el conjunto de cuerdas ARP, el piano eléctrico Wurlitzer, el sintetizador Moog Voyager, el órgano Combo Wurlitzer 7300, el órgano barroco Vox Continental y el sintetizador Yamaha CS- 1 (un «juguete infantil»), entre otros.

Por otro lado, en la banda dirigida por Medeski, el guitarrista y cofundador de Sonic Youth, Lee M. Ranaldo, quien nada mas para que se den un quemón fue elegido en 2004 por la revista «Rolling Stone» como el número 33 en su listado de «Los mejores 100 guitarristas de todos los tiempos»; y Mike Rivard, líder y bajista del aclamado Club d’Elf, y quien es reconocido como uno de los mejores bajistas contemporáneos. Claro, también participó el ya mencionado Kenny Grohowsky de Abraxas, con quien por cierto, me doy a detener un poco.

Como saben, y si no se los comparto, siempre me he considerado un «músico frustrado» por no haber logrado cumplir mi sueño de consolidarme en una banda. Lo fuí, por algunos años en mis tiempos de universitario, pero hasta ahí. Una vez acabada mi aventura con mi grupo, conformado en ese momento por grandes amigos que por una u otras causas dejé de frecuentar, siempre me quedé con las ganas de volver a un escenario y tocar. Mi instrumento fue la batería, con la que me transformaba cada vez que me sentaba en el banco con las baquetas en la mano. Bien, pues desde aquella primera experiencia, pegándole duro a los parches de los tambores y sacudiendo los platillos, siempre he sentido una predilección enorme por las percusiones.

Con Grohowsky, regresando al relato, sucedió lo mismo. Si bien la proyección de los trabajos de Méliès eran ya por sí mismos un espectáculo, el show de los músicos era otro por sí mismo. Y es que en el caso de Grohowsky, y a decir verdad de los demás músicos como Ranaldo quien también ofreció un show visualmente muy atractivo, resulta siempre un deleite el ver cómo se divierten en el escenario, y sobre todo cómo desbordan pasión y actitud detrás de los instrumentos tras los cuales se convierten en otras personas a las que muy seguramente son en la vida privada. Sí, las proyecciones y la música eran dos elementos complementarios de un mismo show, pero por momentos uno podía dejarse escapar y perderse en cada uno de ellos por el talento presente.

Regresando a Georges Méliès, de los trabajos presentados, por la combinación con la música en vivo, me quedo con «El hombre de la cabeza de goma», que fue ideal para la presentación de los músicos; «El melómano», que por el simple hecho de los simples y sencillos efectos vale absolutamente la pena; «El deshollinador» que junto con «Fausto en los infiernos» fueron los que tuvieron para mí la musicalización más alucinante y trepidante; y «El reino de las hadas» y desde luego «Viaje a la Luna», que fueron perfectos para una noche de cine y música que muchos nos llevaremos por mucho tiempo en alma y corazones.

Así terminaron en conjunto los festivales Aural y Bestia en sus ediciones 2016. Un gran acierto el que éstos dos proyectos muy similares se unieran para deleitarnos a muchos con su singular selección. Esperamos el próximo año la experiencia se repita y los recuerdos se multipliquen. Por cierto, no se pierdan mañana nuestra crónica de los otros eventos presentados como parte del Festival Aural; verán todo lo que se perdieron si no asistieron, pero sobre todo se animarán sin duda para el próximo año no faltar.

Imágenes cortesía del BESTIA Festival.

Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.