Por Asfaltos.
Es un tema recurrente en cine y música encontrarnos con el hecho de que a pesar de que nuestra generación es sin duda una de las mejor conectadas, por momentos nustras relaciones interpersonales se han vuelto más complejas y distantes. En tiempos de la conexión absoluta, hay una evidente falta de comunicación que lastima y daña.
Dirigida por Elisa Miller, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes por su cortometraje «Ver llover», llega mañana a los cines de nuestro país «El placer es mío». Protagonizada por la actriz y cantante Edwarda Gurrola, y el tatuador y escritor Fausto Alzati, «El placer es mío» nos cuenta la historia de Rita y Mateo, dos jóvenes que se mudan a una casa de campo para empezar así una nueva vida juntos.
Impulsada por Mateo, Rita deja atrás una vida para emprender con mucha ilusión otra. Sin embargo, al parecer, Mateo si bien deja también una vida atrás, parece mas bien que la abandona no para iniciar otra sino para escapar continuamente de sí mismo.
Los primeros días de la aventura en el campo parecen de ensueño. Un noviazgo en el que el sexo se vuelve también el poder a través del cual los dos imponen sus intenciones; intenciones que con el paso de los días chocan y terminan por separarlos. La visita inesperada de una prima de Mateo termina por marcar las diferencias de intereses.
Con un ritmo lento -como la misma vida en el campo- y sobre todo llena de metáforas y señales, «El placer es mío» es una cinta que atrapa por la sencillez, pero que mantiene sobre todo en tensión definitiva por lo mismo. Edwarda, quien es una actriz con un largo trayecto, lleva las riendas de una historia gracias a su Rita que se mantiene en búsqueda de la felicidad; mientras que Fausto, apenas en su primera incursión en el cine, luce espléndido en el críptico personaje que termina siendo Mateo.
Conforme van pasando los minutos, de los 94 de duración de la película, las tensiones van en aumento al punto de mantener al espectador en alerta constante. Es, sobre todo, el personaje de Mateo el que se termina convirtiendo en una tormenta impredecible que nos hace identificarnos pronto con Rita, víctima primero de ella misma, después de Mateo y después inclusive del campo.
Para su construcción narrativa se añaden muchos elementos que terminan por dar pistas a los espectadores sobre lo que se vive en silencio; sobre lo que se tiene que leer entre líneas de los personajes.
Elisa Miller se destaca entonces con un trabajo excepcional que logra el cometido. La selección de la banda sonora se destaca también por mantener ese ritmo lento y de tensión; y la fotografía logra darnos la perspectiva de cada uno de los personajes. Miller consigue una película sencilla y redonda que muy seguramente provocará reflexiones posteriores, y buenas pláticas de sobremesa.
«El placer es mío» estrena mañana, cortesía de la gente de Piano, en cines de nuestro país.
Con imágenes cortesía de IQ Icunacury Acosta & Co.
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