No sé a ustedes, pero a mí me gustan mucho los mapas y sobre todo los relacionados a mi ciudad natal. Y es que invariablemente, al caminar por Ciudad de México, me vienen siempre a la cabeza las imágenes de los complicados trazos de esta urbe de dimensiones insospechadas. Del mismo modo, al pensar en la traza, me es imposible no pensar en cuál fue el momento en el que todo se salió de las manos. De la cuadratura perfecta del centro histórico, al infinito desmadre de las demás zonas que conforman la ciudad, ¿cuál fue el punto de fractura?
Recorriendo las calles de la ciudad, siempre en búsqueda de rincones que cuenten parte de la historia de la capital, me decidí un día ir al encuentro de uno de los responsables de los primeros trazos de la hoy Ciudad de México. Alonso García Bravo era su nombre.
Nacido en Ribera del Fresno, España, y parte de la expedición de Hernán Cortés en México, de García Bravo se dice que su participación fue de vital importancia para Cortés, sobre todo por sus conocimientos en geometría que servirían para la construcción de fortificaciones militares. Alonso García Bravo, el soldado y alarife (arquitecto o maestro de obras), fue también el responsable del primer trazo de Ciudad de México una vez concluida la conquista; así como de las hoy ciudades de Veracruz y Oaxaca.
En la Plaza Alonso García Bravo, mejor conocida como Plaza de la Merced, después de varios minutos me encontré finalmente ante el conquistador, en medio de la jungla urbana que representa un sitio como éste (y más aún en fechas como éstas). Ahí estaba, sobre una canoa que pareciera navega aún, pero ahora entre el gentío que ya se ha acostumbrado a ellos. La escultura, por si quieren darse una vuelta y observarle, se ubica sobre la calle de Manzanares, entre Talavera y Jesús María; ojo, la zona para caminarla, la recomiendo de día.+
Foto: Wikimedia.
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