Por Asfaltos.
Hace algunos días a una amiga le llevaron serenata. Su novio me pidió, amablemente, que le ayudara a que todo el numerito se realizara de manera correcta. Obediente así lo hice. Busqué los mejores mariachis de la capital (también los que nos alcanzaban, ¿verdad?), y junto a este cuate nos fuimos a recogerlos para la sorpresa mayor. Cursi, cursi el asunto, pa’ qué les digo que no.
En pleno desmadre andábamos con los mariachis, que se ve son buenos también para la bebedera, que de camino a casa de mi amiga nos pusimos a cantar babosada y media. Ahí, el novio de la susodicha le preguntó a los mariachis cuál sería la rola más extraña para dedicarle a la chamaca en su serenata… Yo, a mí mismo, me dije: «mí mismo, yo le dedicaría la ‘Serenata pacheca’ de don Armando Palomas«.
Músico irreverente, con más de 25 años de carrera musical, Armando Palomas es indudablemente uno de los músicos capitalinos que más merecen nuestra atención. Honesto, sin pelos en la lengua (o quizá algunos), Palomas se ha ganado el cariño de un público fiel que le admira su sinceridad, y sobre todo, su calidad e ingenio. Irreverente, más transgresor que muchos de los grupos que se venden actualmente bajo esa bandera, el músico rupestre es indudablemente un tesoro capitalino que hay que seguir difundiendo.
Con una carcajada los mariachis se rieron de mi ocurrencia. A lo que el novio de mi amiga, curioso, preguntó por qué dedicaría yo «Serenata pacheca». Al unísono, mariachis y su servileta, cantamos en voz alta: «Ah levántate, dulce amor mío, ah levántate, o te pongo en tu madre. Y ahorita quisiera, llamar a tu casa, 3 de la mañana pa’ ver si contestas, si es que estás dormida o todavía no te acuestas, si es que traes pijama o las nahuas puestas. Por darte un ejemplo, de cuánto te quiero, si tu fueras monja yo sería el convento, si fueras botella yo soy un borracho, si fueras esquina yo tu teporocho, si tu fueras gringa yo sería gabacho, ¡si fueras tu la Chilindrina yo el Chavo del Ocho!»
Al final la rola no fue parte de la serenata, pero eso sí qué pinche desmadre armamos en el auto.
Foto: Guanajuato México.
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