Recordar a esas mujeres que murieron un 8 de marzo

Por Aleithya Morales Durán.

«For most of history, Anonymous was a woman». (Virginia Woolf)

Existen dos tipos de mujeres, las que están en contra y las que están a favor de la existencia de un día como hoy, un 8 de marzo dedicado a la mujer. Comenzaré con un poco de sinceridad y les diré que yo era una de esas mujeres que rechazaban la idea de un día especial, ya que eso era justamente promover la inequidad y generar un ambiente de diferencia. Al momento de escribir este artículo mi perspectiva fue distinta y sucede así, de repente, cuando lanzas la pregunta correcta a la persona indicada y entonces eres capaz de enriquecer tu perspectiva.

El martes pasado, al salir de clase de una especialidad poco conocida llamada El Género en la Economía impartida por la UNAM, nos subimos al auto como siempre para dirigirnos a casa. La plática comenzaba; yo preguntaba y ella me respondía. “No se trata de celebrar sino de recordar la historia y el motivo por el cual se eligió ese día”. Entonces entendí que había sido victima de la ignorancia, me encontraba en contra de algo sin realmente comprender su existencia. Ella, Marcia Pacheco, esta mujer apasionada, feminista y con la locura a flor de piel, comenzó su relato y al final, le entendí, me le uní y accedí, no a celebrar un día para la mujer sino a recordar, informar y hacer conscientes a cada una de ellas y de ellos de lo que la enajenación nos había dejado oculto.

Nos encontramos en un tiempo entre 1910 y 1911, periodo en el cual la guerra era un peligro inminente y los hombres estaban ausentes. Como pocos saben ese periodo de guerras fue también un periodo de empoderamiento de las mujeres. Es de las primeras veces en las que las mujeres tuvieron la oportunidad de trabajar, de ir a una fábrica y de ser consideradas como capital humano. En ese momento, las condiciones para ellas eran pésimas, un abuso total desde el horario de trabajo y falta de tiempo para el cuidado de los hijos. Considerando un ambiente de familia tradicional y en ausencia de los hombres, no había a quién recurrir para el cuidado de los niños.

En la búsqueda de la exigencia de sus derechos, una reducción del horario de la jornada de trabajo y de tener tiempo para procurar a los hijos, se decidieron a comenzar una huelga. ¿Cuál fue el resultado? Sabiendo que todas permanecían dentro de la fábrica el dueño decidió prender fuego. Fue así que miles de mujeres en la búsqueda de derechos básicos murieron asesinadas; esas mujeres fueron quemadas para callar sus voces un 8 de marzo.

Al cuestionarnos sobre ese día y renegar sobre su existencia, sería necesario recordar a esas heroínas. Sería necesario pensar en ellas, quienes en ese tiempo cuando la mujer ni siquiera era considerada para emitir su voto, donde un porcentaje mínimo de mujeres apenas podían acceder a la educación, se atrevieron a organizarse y a revelarse contra un sistema que difícilmente las consideraría dentro de sus planes. Un periodo en la historia donde muchas de nosotras si hubiéramos nacido en esa época, no hubiéramos tenido la posibilidad de elegir; lo más terrible es que a pesar de los más de 100 años que han trascurrido muchas realidades siguen estáticas.

No hay nada que celebrar, pero sí hay un motivo para recordar, para voltear en la historia y para hacernos consciente de la evolución y transformación de una ideología que a muchas mujeres limitó y paralizó. Si hoy tú, como hombre o como mujer tienes la posibilidad de elegir, procura ver tu propio reflejo en el otro o en la otra. La igualdad no es un ideal, es mas bien la suma de acciones diarias frente a nuestros semejantes.