Texto por Carlos Ang Lara y Alejandro Juan Lucas.
Fotos por Carlos Ang Lara.
Las variantes que ha vislumbrado la música latinoamericana dentro de la escena independiente no dejan de ser impresionantes. Pudimos ser testigo de ello el sábado anterior en el Foro Landó del centro de la ciudad de Toluca. Y es que la música del “sab-hopero” tapatío, Sabino, y del cantautor colombiano Juan Pablo Vega, no pueden ser descritas con otra palabra que no sea “impresionante”. El talento que fue observable en ambas presentaciones dejó atónitos a los asistentes del jam que no se contuvieron en absoluto para bailar como si fuera el último día de su vida, y cantar hasta el punto en que parecía que sus pulmones saldrían disparados de sus bocas.
El que abrió el escenario fue Sabino, quien subió ya que la gente se había amontonado alrededor y comenzaban a mostrarse impacientes porque algo de buena música les recorriera la piel. Fue así, como entre un atronador aplauso, el tapatío subió de golpe acompañado de su eufórico guitarrista y arreglista, «El Tully» (la veracidad de que así se escriba el acrónimo del susodicho es cuestionable); ambos con una helada cerveza a medio tomar. «¡Hoy se toma!», fueron las primeras palabras que dirigió al público, a lo que la gente en un grito unido y potente replicó: «¡Y mañana también!» Con esto como precedente empezó a cantar sin retención alguna dentro de la emoción que se albergaba; fue así como presentó a toda Toluca, aquello a lo que él ha nombrado muy acertadamente como “sab-hop”: una respuesta a todo el hip-hop y al rap que han prevalecido estancados en un nicho en el que ya todo es muy predecible. Pero este no es el caso del «sab-hop», el «sab-hop» no promete, no advierte, sino que golpea desprevenidamente y sobrepasa cualquier expectativa que se haya creado a su alrededor. Con una vibra fresca, despreocupada, irreverente y sarcástica, la música de Sabino es franqueza con total certeza.
Según él mismo, como nos relató después de su presentación, la intención es decir las cosas como se le antoja; busca plasmar el humor negro que tanto le place en sus canciones. Y lo siguiente no lo expresó, pero todos supimos que lo que busca es nada más que ser él mismo. La narrativa en sus canciones es sencilla, más impecable, cada pieza se siente como una historia con una trama distinguible, un principio y un fin exacto. Y eso, sus fanáticos lo saben, quienes mostraron una química incondicional con él a lo largo del concierto, coreando cada canción a la perfección, riéndose, saltando, y gozando de la gallardía que les otorga la ambrosía de la juventud.
Más adelante, quien se apoderó del escenario fue el colombiano Juan Pablo Vega, quien con dos álbumes lanzados y una amplia serie de colaboraciones con otros artistas, se congratula de tener no sólo una buena fama en su país de origen, sino que también en tierras mexicanas. Los gritos de las jóvenes lo acompañaron desde que puso pie frente al micrófono hasta que se despidió con cariño de sus fans. Y es que sus canciones no hacen mas que poner de buenas. Tocando la mayoría de sus éxitos, incluso se aventuró a homenajear a Café Tacvba tocando «El baile y el salón» con un sin fin de voces apoyándolo.
Su música se ha ido colando en la escena independiente poco a poco, y ahora, con la promoción de su segunda producción de estudio, un LP titulado «Vicio», se le ve confiado, emotivo, y sumamente apasionado en el escenario; sentimientos que el público le vitorea de regreso.
Sin lugar a dudas, ninguno de las dos presentaciones de la noche dejaron con las ganas a los asistentes, sino que al contrario, rebasaron toda expectativa y encendieron los oídos de todo aquél que tuvo el placer de escucharlos; dejando además muy en claro que en Latinoamérica queda mucha buena música por escuchar.
¿Con ganas de más Sabino y Juan Pablo Vega? El sábado 3 de junio, en el Pepsi Center WTC, los dos músicos formarán parte del primer Festival Anónimo. Más información aquí.
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