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Terrorífico Lovecraft vs. terrible «Anabelle»

Columnistainvitado
Por Sandyluz
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Recientemente fui al cine a ver «Anabelle 2: la creación». Cumple, pero me quedó ese sabor de boca de que una vez que has visto una película del género, todas son iguales. Comprobado: hay una fórmula del terror que se usa incansablemente, a sabiendas de que el espectador inexperto o goloso quedará satisfecho, como quien ingiere comida rápida. Por mi parte, sigo prefiriendo el terror de los libros, porque ahí las estructuras del suspenso y del terror pueden salirse del cauce convencional, y realmente ofrecer zozobras y aristas inexploradas. En esta ocasión, quiero adentrarlos al terror del cuento «El que acecha de la oscuridad» del autor H. P. Lovecraft, a quien he estado analizando en textos recientes.

Al inicio del cuento, el lector queda sumamente intrigado al enterarse de que Robert Blake murió. La expresión terrible de su rostro despierta numerosas sospechas; aunque médicamente murió de un ataque nervioso, al ser alcanzado por un rayo; el lector comienza a conjeturar. En «Anabelle» tenemos, como premisa básica o gancho, la manufactura de la horrible muñeca, lo cual, sin rodeos, revela que todo el suspenso recaerá en el fatal objeto, asunto predeciblemente planteado.

Conforme se leen las páginas de «El que acecha en la oscuridad» nos adentramos a las dudas del narrador personaje, quien pretende indagar el verdadero desenlace de Robert Blake. Éste siente una extraña fascinación por la vieja iglesia que puede apreciarse desde su ventana. El negro campanario sin ventanas, la actitud huidiza de los locatarios y las sospechas de que ahí adentro haya una extraña piedra (posible objeto fetiche), vuelven significativa la trama. En «Anabelle» se presenta, trilladamente, la llegada de un grupo de niñas huérfanas y una monja a la casa donde «se oculta» el mal; en medio de un paisaje desértico se erige la solitaria casa, donde se encuentra la muñeca que habrá de asustarlas. Resulta simbólicamente más terrorífico que el personaje salga de su territorio de dominio, en la búsqueda del misterio por toda la ciudad, entre caras y costumbres desconocidas, a que los personajes se encuentren puerilmente amenazados por el terror de una casa, que en cualquier momento podrían abandonar.

Hablando del objeto del terror, en las peripecias de la trama de «El que acecha la oscuridad», el personaje va descubriendo una serie de libros místicos que apuntan hacia una piedra extraña y angulosa; al parecer la piedra es un portal, del cual ha podido emerger un oscuro ser, alienígena, como los monstruos de las leyendas paganas. El misterio cobra vida, cuando se vincula el aspecto siniestro, con la posibilidad de verificabilidad, soñolienta en mitos y leyendas, ingredientes legítimos de la historia de la humanidad, apelándose con ello al terror que causan los vivos, terrestres o extraterrestres, y a su vinculación con lo desconocido. En «Anabelle», el objeto del terror, la muñeca, es intencionalmente un objeto fetiche, manipulado por humanos para alojar a una entidad fantasmagórica (ya luego se sabe que demoniaca), para contactar al espíritu de una hija muerta: el terror es fabricado, ante la no resignación de unos humanos, quienes suponen que pueden seguir controlando, incluso «el más allá». La pregunta sería: ¿por qué un ser ultraterreno tiene que seguirse sometiendo a los caprichos de los humanos y para qué querría poseer a la muñeca, si tiene potestades tan grandes, como las que luego, arbitrariamente despliega, a la hora de atacar a las personas que lo invitaron a estar en el plano terrenal? Por otro lado, sin creencias religiosas, este tipo de entidades pierden totalmente su crédito, así es que es poco convincente que con un rosario y agua bendita logren desarmar al oponente; ¡vaya endeble oponente, supeditado a los rituales y normas humanas! No así, el ser que describe Lovecraft en su cuento, totalmente ajeno a las normas y rituales humanos; eso sí da miedo.

En el clímax del cuento, realmente hay un ente que acecha en la oscuridad, pues ése es su elemento y escapó de los límites de su ruinosa edificación; a su paso, apaga las luces de la ciudad, llevando al pueblo al caos y al terror; nadie sabe qué esperar, por qué nadie sabe de qué se trata, ni cómo contenerlo. En el caso de «Anabelle», el demonio se manifiesta poderosamente, dentro y fuera de la muñeca, pero en los límites de la casa; su esencia perversa lo lleva a matar poco a poco a los inquilinos de la casa (eventos en los cuales está suportado el terror de la cinta); al final se espera reducirlo, por medio de rituales religiosos, metafóricamente aludiendo a la supremacía del ser humano; así, la muñeca pierde potencial terrorífico paulatinamente, hasta tornarse mero objeto –muy feo, como para ser del agrado de una niña–, mero canal para que una entidad maligna se manifieste, lo cual, torna innecesaria a la muñeca, desde la mitad de la cinta.

Finalmente, en «Anabelle» resuelven estructuralmente (y conectan muy bien), que la entidad abandona la casa para mudarse con nuevos inquilinos, personajes de la primera cinta. En «El que acecha en la oscuridad» todo es incierto, como los contornos de la noche. «El que acecha en la oscuridad» es algo desconocido, inasible, tal vez mítico, tal vez extraterrestre; tal vez Blake murió paroico, imaginándose ser atacado por una entidad alienígena; tal vez el ser sigue suelto, rondando en los rincones oscuros de las calles, en medio de la oscuridad de la noche. Sólo nos queda la certeza de la posibilidad, así como es posible que el universo aloje más vida que la terrestre, así como está en constante expansión. «El que acecha en la oscuridad» ofrece más sospechas, temores y posibilidades para un lector ateo o no, que finalmente es parte de un universo inexplorado. En contraste, «Anabelle»: historia reticente en la explotación de la fórmula del demonio atrapado en un objeto y dispuesto a liberarse, para atacar a los portadores del objeto.

Fuentes:

  • Lovecraft, H. P.. «El que acecha en la oscuridad». Antología del terror. Vol. I. México: Porrúa, 2013.
  • Sandberg, David. «Anabelle 2: La creación». EE.UU: New Line Cinema, 2017.

IMG_5743Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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