Texto por Elchín Balboa.
Fotos por Tulia Berdejo Juárez.
Luego de una atropellada espera, entre la remoción de escombros, la tristeza que aún embarga en las secuelas del terremoto y las olas de rumores, la banda La Femme se presentó por fin en Ciudad de México. El Plaza Condesa, también golpeado por el temblor, la paranoia y el temor justificado, significó un escenario firme que cobijó a la agrupación francesa y a sus fieles seguidores, casi al tope de su capacidad.
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Alrededor de las 21:00 horas, El Plaza Condesa ya se llenaba de un público tan impaciente como atento a las paredes, techos y columnas del recinto. Poco después, los Ex Lovers subieron al escenario para abrir la velada. Hay ocasiones, más comunes de lo que se piensa, que la banda abridora es tan buena e incluso mejor que la principal, pero este no fue el caso. Y por fin, casi una hora después, más entrada la noche en furores y con la impaciencia poco a poco mitigada, Clémence Quélennec, Sacha Got y compañía tomaron el escenario y comenzaron la catarsis.
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Una guitarra, un bajo, una batería, un theremín y tres sintetizadores aceleraron entonces la descarga. El Plaza Condesa volvió a vibrar, pero esta vez al ritmo de las cerca de mil personas que se sacudieron en un frenesí que hizo del suelo una ondulante lona sobre agua.
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El concierto estuvo dedicado principalmente a la más reciente producción de la banda originaria de Biarritz. Canciones como «Sphynx», «Où Va Le Monde», «Mycose» o «Al Warda» alternaron el desenfreno instrumental con la voz angelical e irreverente de Clémence para así dar cuerpo musical a «Mystère» (2016). Sin embargo, fueron otras rolas como «Sur La Planche» y «Antitaxi», del inolvidable «Psycho Tropical Berlin» (2013), las que significaron el clímax de la noche, sobre todo para los que aún vibramos con el recuerdo de las dos primeras presentaciones de La Femme en México en años anteriores.
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Quizá el momento que quedará más grabado en la memoria es cuando el grupo entonó una versión inédita de «Cielito lindo». El «canta y no llores», con un marcado y hasta cómico acento castellano-francés, fue coreado por la audiencia en una mezcla poderosa de sensaciones: la fresca y dolorosa impresión del terremoto del 19 de septiembre se conjugó con un sentimiento de liberación de la tragedia. Toda una catarsis que representó otra forma de brigada.
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La Femme cumplió, El Plaza Condesa resistió y el público encontró en la música una breve pero significativa pausa de los días fuera del tiempo que se debaten con un forzado regreso a la normalidad. Afuera, a unas escasas cuadras, las labores de rescate continuaban en el fatídico 286 de Álvaro Obregón.
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