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Por Pam N.
Nocturno hindú
Antonio Tabucchi
Novela
Anagrama, España, 8a edición, 2004, 110 págs.
Roux
El italiano, eterno enamorado de Portugal, dejó el mundo físico el pasado 25 de marzo. Además de Sostiene Pereira, escribió otras joyas literarias.
La mejor manera de valorar a un escritor es leyéndolo. Para quienes no conocen Tabucchi o se han aproximado poco a él, leer este libro deja una opinión más sólida respecto a cuáles eran su pasiones.
La historia es un entrelazado de paisajes de distintas localidades, de las cuales, además, se adjunta un índice a modo de guía de viajero. En ellas, Tabucchi envuelve en una atmósfera oscura a quien va avanzando por cada capítulo. El suspenso es latente y no se sabe a dónde se va a llegar, pues ante la vista del lector van aumentando los detalles que revelan la búsqueda de alguien, de un amigo para ser precisos.
Algunos escenarios parecen salir de la novela a la realidad, haciéndose por ello, prácticamente palpables por el lector, como lo son el letargo acompañante de recorridos por la India y el juego de paciencia-impaciencia que implica para el narrador de la historia una búsqueda sin éxito.
Hasta ahí, no parece una narración redonda que vaya a terminar de manera predecible, pero es al final cuando esto se comprueba pues la metaliteratura se hace presente. Entonces es cuando cobra sentido la sensación onírica que impregna todo el relato y se goza más profundamente.
Esta novela, a pesar de estar hilado con cavilaciones imaginativas, no es para nada presuntuosa y está escrita cultivando bellas descripciones. Adicionalmente, para los admiradores del poeta portugués de muchas caras gracias a sus heterónimos, es una delicia encontrar a Fernando Pessoa capturado en la pluma de Tabucchi por ciertos instantes. Pessoa está oculto en el entrelineado de este libro como un fantasma, y a veces, se muestra en todo su esplendor.
Emprender una búsqueda revela más de aquél que la inicia que el mismo hecho de encontrar lo buscado. Esta parece ser la conclusión de una historia en la que se hojean imágenes que van y vienen entre la realidad y los sueños. La ausencia de Tabucchi en la vigilia pasajera que es esta vida, es invitación para acercarnos a la búsqueda de nosotros mismos en el espacio que nos dejó compactado en sus letras.
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