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Por Elchín Balboa.
El pasado míercoles 13 de diciembre, poco antes de las 21:00 horas, reinició el Festival Aural 2017 con una de las mejores presentaciones en la historia del evento. La cita fue en SALA Corona que lució a reventar, un sobrecupo algo inexplicable si pensamos que los boletos se agotaron con bastante antelación, pero que nos da una idea del ansia que ya se respiraba en las afueras del recinto por disfrutar de la bandota canadiense.
Luego de la expectativa en el exterior de SALA Corona, donde melómanos buscaban con resignación una entrada y los revendedores hacían chanchullo con cadeneros en pos de hacer valer pases piratas, Tajak fue la banda encargada de inaugurar la velada. El grupo fundado en Ciudad de México, con integrantes bajacalifornianos, dio los primeros acordes del Aural con una buena muestra del llamado rock avant garde y experimental mexicano. «Los Esqueleto» (significado en español del vocablo kiliwa “tajak”) prendieron el escenario con una buena dosis de psicodelia aderezada con un toque de sonido drone, lo que derivó en una sensación de caos hipnótico que anunciaba algo de lo que vendría después.
Alrededor de las nueve y media, los de Carlos Marks afinaron instrumentos y poblaron la sala con sus rolas disímbolas, haciendo del espacio algo así como la cohabitación de otras latitudes y otros tiempos. Un poco pacheco el asunto, pero más que nada gracias al espíritu aventurero de la banda, que exploró distintos lenguajes musicales para sorprendernos con sus composiciones alternadas por la armonía y sus rupturas, todo con un atascado sazón entre hindú y vietnamita algo desquiciado.
Pero, sin duda, fueron los canadienses de Gospeed You! Black Emperor (GY!BE) la agrupación que le dio a la noche su halo brujo. Musicalmente soberanos, amos y señores de sus instrumentos, de la coordinación, de los tiempos, de las transiciones y de la creación de poderosos ambientes sonoros, por decir lo menos, GY!BE cumplió con creces las expectativas de cientos de fans que esperaban con ansia su primera presentación en México.
Desde la primera pieza, «Bosses Hang», de su más reciente álbum «Lucifernian Towers», la banda dejó claro lo que es hacer brotar desde la oscuridad del subsuelo las relampagueantes claridades de los pasajes sonoros en sus rolas. Y es que ya en sus inicios (por ahí de principios de los 90), GY!BE asombraba con la creación sonora de ambientes hipnóticos llenos de belleza musical y de un aura de misterio que hace de sus presentaciones un ritual como de misa negra, un culto ejecutado con el armónico rigor del rock instrumental que se extiende a lo largo y ancho de todo lo que toca.
En SALA Corona, aún si estaban apretujados por lo chico que les quedó del escenario (nueve integrantes arrenalgados en una tarima cómoda para no más de cinco músicos), la banda desplegó sus tintes orquestales resignificando la luz en la oscuridad sonora. Pues se vale decir que una canción, una banda, o un ambiente musical nos deslumbra, no sólo por el juego sensorial, sinestésico, al que nos sumerge la música que nos llega al tuétano de los nervios. Escuchamos, cerramos los ojos, vemos los sonidos en la oscuridad de nuestros ojos cerrados, nos dejamos conducir por un trance, el cuerpo se balancea y comienza a moverse, camina, corre, vuela y navega en ese espacio que nuestros sentidos crean a partir de la escucha.
Eso es toda una atmósfera, un mundo creado por el virtuosismo instrumental: chamanes, verdaderos brujos encantadores de serpientes que deslumbraron a una sala repleta de un público ansioso de pronto atónito, deslumbrado y finalmente hipnotizado en el trance musical que al fin lo sosegaba. Una presentación épica y sube la medida para los próximos conciertos en el marco del festival.
Para la segunda noche, la de ayer 14 de diciembre, esperaríamos la presentación inédita de otra banda bastante esperada por los amantes del noise. Ya mañana les contamos cómo se vivió.
Fotos cortesía de Malfi Co.
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