Por Yuriko Alhelí Hidalgo Martínez.
La existencia de Dios, la esencia del hombre, la relación entre ambos y todo lo roto dentro de ella; ideas erradas, el verdadero pecado, las decisiones tomadas y cada una de sus consecuencias. ¿Por qué estamos aquí? ¿Para qué despertamos cada mañana? ¿Por qué regresamos al mismo error? ¿Por qué no comenzamos el camino con un paso diferente? Cada una de estas interrogantes ha acompañado a los seres humanos desde tiempos inmemorables. La duda ante el inicio, el fin y el propósito es tan humana como divina, pues surge en nuestras mentes, pero se genera en los hechos; hechos cuyo punto de partida, en ocasiones, es desconocido, pero a su vez influye en la forma elegida para continuar el impredecible sendero al que llamamos vida.
Jason Parmer, escritor y productor de la cinta «El corazón del hombre» (2017), muestra, a través de un conjunto de testimonios principalmente basados en el abuso sexual, la promiscuidad y la infidelidad, cómo cualquier persona, sin importar qué tipo de problemas enfrente, puede encontrar en Dios la paz y el buen camino; cómo la fe y la confianza en El Padre cambian completamente la vida de una oveja perdida y cómo dicha oveja puede decidir no acercarse al Señor debido a la obtención de información distorsionada. Personas de distintas edades y sectores sociales narran sus funestas experiencias; algunos relatan los infiernos terrenales a los que se han enfrentado por ser víctimas de atropellos realizados por sujetos en quienes confiaron; otros más cuentan cómo la curiosidad los llevó a oscuros abismos en los que no sólo ellos resultaron dañados, sino que arrastraron a sus familias y a otros seres queridos en más de una ocasión. Todos estos testimonios son acompañados por una estética analogía de un padre y un hijo que se separan y vuelven a reunirse después de las duras consecuencias a las que el joven se tuvo que enfrentar.
La representación mencionada, así como la esencia general de la película, se encuentran basadas en la Parábola del hijo pródigo, donde el menor de los descendientes de un hombre, al reunir la parte que le correspondía de la herencia que su progenitor cedería a él y a su hermano, parte de su lugar de origen y lo pierde todo; al volver a casa, su padre hace una fiesta en su nombre y celebra que su pequeño haya vuelto a la vida después de haberse perdido, después de haber muerto.
Cada una de las experiencias narradas es dividida en varias partes, ya que van desde la explicación del problema, el inicio del mismo, su avance, la influencia sobre las vidas de los involucrados, el grado máximo que alcanzaron las contrariedades, sus efectos y sus soluciones. De la misma manera, la representación de la situación surgida entre el anciano padre y su hijo es fraccionada, y sus segmentos y enseñanzas son vinculados con las declaraciones realizadas por los entrevistados. En ningún momento se pierde la intención con la que la misma parábola fue narrada por Jesucristo, ya que se aborda la ruptura en la concomitancia presente entre un ser supremo y su descendiente, y su retorno final al regazo del ser que le dio la vida.
Esta cinta, estrenada en septiembre de 2017 en los Estados Unidos de América, tiene un formato muy similar al de un documental, en el que se toca un mismo tema pero desde diferentes perspectivas. En este caso, la narrativa que se ofrece no sólo engloba tópicos religiosos o divinos, trata actos puramente humanos que le conciernen a cualquier hombre con sentido común y consciente de sus sentimientos y de los del prójimo, incluso si no profesa fielmente una religión. Quizá, a primera vista, no se trata de una película dirigida a todo el público, pues las creencias y costumbres pueden diferir de un sector a otro, sin embargo, independientemente de las referencias bíblicas realizadas, este film puede significar una pauta para la reflexión de nuestras acciones cotidianas y de las acciones de otras personas con respecto a nosotros. El mensaje, desde mi punto de vista, más allá de referirse a la salvación después del juicio final, puede enfocarse en la humanidad perdida, en el noble deseo de recuperarla y en el acto de arreglar todo aquello que ha sido roto, y que por ende, nos ha alejado de nuestra propia felicidad.
«El corazón del hombre» (2017) se exhibirá en México con 5 funciones especiales los días 26, 27, 29, 30 de enero y el 1 de febrero en 62 complejos Cinépolis en 50 ciudades del país; consulten cartelera. Abramos nuestras mentes y contemplemos con atención cada frase y lección que Jason Parmer busca dejar en nosotros.
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