Acuosas historias de amor o las tres carteleras y su denuncia

Por Sandyluz.

Ya en la antesala de los premios Oscar 2018, comienzan las especulaciones sobre cuál película ganará más preseas. ¿Quedarán repartidos los premios o un solo filme avasallará? Tuve ya ocasión de mirar «Shape of Water» y «Three Billboards Outside Ebbing, Missouri» (abreviaré «Three Billboards», para nombrarla). Debo sentenciar que las diferencias entre ambas saltan estrepitosamente. Asevero tal cosa, pensando en las nominaciones, donde ambas películas contienden: «Mejor guión original», «Mejor película», «Mejor actriz protagónica» y «Mejor actor secundario».

Como tejedora de historias, aplaudo aquellos filmes que todavía sorprenden, llevándonos entre sus vertiginosas peripecias. Hablando del guión original, debo confesar que «Shape of Water» me decepcionó por predecible. Desde el inicio se prevé una historia romántica, donde la fórmula a explorar es la heroína que pone a salvo a la criatura, derivando una bizarra relación de pareja, que conllevará la desaprobación social. El amor de ambos logra vencer obstáculos y antagonistas. También, se trabaja la tan explotada moraleja: la persona marginada socialmente al final halla compañía, sin importar de qué clase social, género o especie (sea este caso) provenga. En «Three Billboards», si bien la premisa básica enganchante describe la no resignación de una madre que perdió su hija, a manos de un prófugo de la justicia, realmente la historia no prioriza la línea recta que nos lleva a la tan justa aprehensión del asesino; un gran acierto de este filme es hacer converger, en la línea temática principal, las subtramas de los varios habitantes del condado imaginario Ebbing, Missouri. La historia que desenvuelve «Shape of Water» es fantástica, intrigante, mórbida y trillada; la de «Three Billboards» es palpitante, inesperada, profundamente humana, con múltiples giros y complejidades, derivadas de la intersección de personajes polifacéticos, que respiran el conflicto: la resolución del caso.

«Shape of Water», con un enfoque dramático del género ciencia ficción, legitima, categóricamente, que el amor humano es universalmente anhelado. Resulta irreverente querer humanizar, a toda costa, a una criatura acuática extraordinaria, aparentemente una deidad mitológica, la cual, debe homologarse a las formas y costumbres del trato humano, en aras de formar una pareja dispareja, que sinceramente carece de lógica. Este planteamiento sólo confirma que el ser humano no es capaz de respetar la forma de ser y coexistir con otros seres terrestres o extraterrestres. ¿Por qué es necesario que la criatura se someta a los intercambios amorosos de la descolocada protagonista? ¿Qué nos hace suponer que un ser extraterrestre o monstruoso querría acoplarse a nuestras formas de intercambio verbal y amoroso, confirmando con ello la supremacía humana? ¿Por qué la criatura (presumiblemente sirena) no podría comportarse monstruosamente hermoso y conforme a su naturaleza? ¿Por qué ese afán de domesticar a los otros, conforme a las pautas y reglas humanas? La criatura acuática pasa de ser víctima del abuso científico a ser víctima de su benefactora solitaria. «Three Billboards», por su parte, desarrolla una trama muy humana, cruda, profundamente sensible y con perspectivas varias; sin tantos aspavientos y efectos especiales, conecta hondamente con sentimientos complejos, que se suscitan cuando cada quien vela por lo que más le conviene: no siempre el buen sheriff tiene en su puño las pistas para hacer justicia; no siempre el policía volátil y empoderado es el villano; no siempre la madre enlutada es abnegada, piadosa y frágil, como tantas madres estereotipadas. «Three Billboards» revela las ironías que enfrentamos humanos comunes y corrientes, cuando el victimario puede ser víctima, cuando la mano de la justicia no es del todo competente; todos estamos conectados, e irónicamente, quien un día te arrojó por la ventana, al otro día se encuentra gravemente herido, vulnerable, en la misma sala de hospital.

Hablando de los títulos, «Shape of Water» desarrolla la idea del amor sin forma, sin edad, o medio ambiente; el amor es un sentimiento universal; así, la protagonista despliega metafóricamente sus branquias al final del filme, símbolo de pertenencia a un mundo diferente al suyo: acuático, donde el amor es el medio de adaptación (aspecto no tan pulido como en «El laberinto del fauno», donde sí somos convencidos del mundo fantástico del fauno. ¿Existía? Seguro, en la imaginación de una niña que evadía su dura realidad). «Three Billboards Outside Ebbing, Missouri» alude a las tres carteleras, que trabajosamente alquila la madre de una joven asesinada impunemente; en ellas publica su reclamo, ante la irresolución del crimen perpetrado, ante la apatía de la policía de su condado, quien, luego del rutinario periodo de investigación, abandona el caso; las movilizaciones que se desatan, a raíz de las carteleras rentadas, son el detonante de un drama muy coherente, redondeado y con dosificados tintes de un humor, tan negro como realista.

Finalmente, los personajes. En «Shape of Water» los vemos espléndidos, pero caricaturizados; todos muestran su lado más desvalido o cruento; todos actúan como bidimensionalmente les es permitido actuar; desde luego que no decepcionan, pero tampoco se los reta para que den más de sí; hacen lo que se espera de ellos y nada más. No encuentro ninguna acción extraordinaria en una protagonista muda (Sally Hopkins), quien, movida por la compasión y para tener una pizca de pasión en su vida, decide embarcarse en la aventura de poner a salvo a la criatura anfibia; esto con la ayuda de un par muy peculiar: su vecino gay (Richard Jenkins) y su compañera laboral, una mujer de color (Octavia Spencer). En el caso de «Three Billboards», se tiene la constante vuelta de tuerca, cuando los personajes escapan del estereotipo: la madre abatida no es ninguna debilucha, ni “blanca palomita”; el policía (Woody Harrelson) no es intocable, pues su mortal enfermedad lo hace vulnerable; el oficial irascible (Sam Rockwell) se confronta consigo mismo y termina siendo solidario y justiciero; en general, apreciamos personajes tridimensionales, gobernados por la impetuosidad del libre albedrío y con la constante de que el ser humano repite patrones y comete errores, producto de tener sangre en las venas.

En fin, nadie niega la impecable realización de «Shape of Water», empero, resulta justo poner en duda sus 13 nominaciones. «Three Billboards» tiene lo suyo, desde una trinchera menos ampulosa y mediática, pero con las tablas y principios que hacen honor al gran género: el drama. A ver qué dice la Academia. Ya veremos si gana la cultura masiva, mediática y estandarizada, con sus historias dulces, flotantes y evasivamente fantásticas; ya veremos si en las premiaciones pesa más una historia cruda, realista, excelentemente actuada y con los pies en la tierra.

Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…