Por Sandyluz.
Muchos sentimientos encontrados con la aún tibia entrega de los Óscares. Desde luego que galopan las opiniones variadas, en relación con quién ganó qué. En conclusión al respecto: ya vemos que la ceremonia de los Óscares sigue, año con año, una tendencia temática; también es contundente afirmar que esta ceremonia es del todo subjetiva y politizada, y que no siempre se premia el filme más representativo o mejor elaborado, sino el más aclamado por la opinión pública. Así, para orgullo de los mexicanos, aplaudimos al doble ganador, Guillermo del Toro, con «The Shape of Water», quien recibió los galardones más codiciados: «Mejor película» y «Mejor dirección». Lo de las actuaciones quedó repartido justamente entre «Three billboards outside Ebbing, Missouri» («Mejor actor de reparto»: Sam Rockwell; y «Mejor actriz estelar»: Francis McDormand), «Yo, Tonya» («Mejor actriz de reparto»: Allison Janey) y «Darkest hour» («Mejor actor estelar», con la destacada personificación de Churchill, a cargo de Gary Oldman). El tema de las minorías y del amor entre parejas poco convencionales fueron la carta fuerte durante esta entrega 2018. Sin embargo, tal vez quedó un poco en el soslayo la película que hablaba sobre el tema racismo y equidad: «Get out», película muy propositiva y bien llevada a cabo, que tan sólo ganó un muy significativo Óscar: «Mejor guión original»; y es por eso que la elijo, en esta ocasión, como objeto de análisis.
El acierto de «Get out» es justamente el relato, la historia, narrativamente hablando. Dentro de los lindes del tema vudú-hechicería, hipnosis-ciencia, este filme plantea, como premisa básica, la posibilidad de dominar la voluntad del otro, hasta esclavizarlo. Curiosamente, se expone que los trofeos o deseables zombis son personas de color, quienes, con argucias de sus captores blancos, son conducidos hasta la situación de cosificación y sometimiento. De entrada, el atractivo de la historia descansa en las bases legendarias del relato: las viejas y prolíferas historias de comunidades de gente de color, relativas al método para convertir a alguien en zombi. Las implicaciones simbólicas de este legendario y tenebroso tema son varias, sin embargo, pueden abreviarse en: la despersonificación, la pérdida de la identidad y la colonización del cuerpo y del espíritu.
La trama nos revela, como conflicto detonante de la historia, una situación rasposa desde un inicio: una pareja muy dispareja (una joven blanca y un joven de color) van a pasar el fin de semana con la familia de chica blanca. La situación se torna tremendamente tensa, ante la contundente simpatía de la familia de la chica hacia el visitante negro, y ante la presencia de empleados de color, sospechosamente sumisos y contentos, dentro de las fronteras del territorio de una familia de blancos. En el desarrollo de las peripecias, la tensión narrativa sigue en ascenso, cuando la madre de la chica quiere hipnotizar al novio de su hija, y cuando se advierte una conducta errática y dispersa en los empleados de la familia. El clímax epifánico revela las verdaderas relaciones de poder entre los miembros de la familia Armitage. También, es en el momento cumbre del relato, cuando la trama muta del suspenso al terror total, debido a las arraigadas ideas de un grupo de personas empoderadas y convencidas de estar en lo correcto.
El acierto de «Get out» (a diferencia de «The shape of water») es que es impredecible y trepidante: cada vez van sucediendo peripecias trasgresoras del orden habitual, que llevan al espectador a dejar cabida a lo inexplicable, lo mágico y la locura inherente en las personas. Con la evolución del conflicto se va generando una atmósfera de intranquilidad y zozobra, digna de una situación de perturbación prolongada. Y aún así, no termina de sospecharse la revelación epifánica del clímax (más perturbadora todavía).
Humildemente, creo que la bondad de una historia es tener la capacidad de sorprender y dar giros inesperados, que ni el espectador más agudo pueda anticipar. Siempre es desafiante e interactivo, el levantar sospechas contra el jardinero de color y su discurso extraño, contra la amabilidad casi robótica de la empleada doméstica, contra la complacencia melosa de unos anfitriones-padres, quienes casi nos recuerdan a la hospitalaria bruja de Hansel y Gretel.
Así, «Get out» hace gala a su presea obtenida, pues efectivamente exhibe un guión original, creativo y con una perspectiva interesante, dentro del trillado tema de la supremacía racial. Sin tanta pompa, cumple lo que se propone y resuelve de manera satisfactoria su conflicto y planteamiento inicial, trayendo de vuelta el inacabable tema del científico que quiere jugar a ser Dios, a la manera del Frankenstein de Mary Shelley. En fin, «Get out» es un filme discreto y no tan publicitado, pero con la solidez y maestría de una historia redondita y bien contada. Valdría la pena no dejarse llevar por los fuegos fatuos y mirar con curiosidad este propositivo filme, que casi se quedó velado en el fade out y tras bambalinas.
Fuentes consultadas: Peele, Jordan. «Get out». EE.UU: Universal Pictures, 2017.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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