Esencia Adán Jodorowsky en El Plaza

Texto por Eduardo Meléndez.
Fotos por Jesús Ortega.

La cita del sábado 10 de marzo nos llevó a un show que era esperado desde hace un tiempo: un cálido y alegre Adán Jodorowsky invadiendo El Plaza Condesa.

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El franco-mexicano se colocó en el escenario y la gente pudo empezar a saciarse con él; su música es poética y romántica, misma que se hace notar con ritmos que se clavan en los pies y hacen que sea inevitable querer moverte en ese vaivén de sonidos y acordes.

La primera en la cita fue «Je t’aime tes genoux», misma en la que fue preciso; después la gente se sacudió para dar paso a «Dancing to the radio». En caso de que no se hayan dado la oportunidad de conocer a este artista, la forma en que pareciera que viaja entre idiomas se convierte en una gama que a los oídos te prepara para abrir la mente: no es regla ni obligación el expresarse en una sola lengua.

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El también actor y director no solo busca hacer música, se encarga de que tengan esencia y calidez. Al paso de los minutos decide tocar «Niña roja», inspirada y ejecutada desde el corazón, agradeciendo a su musa, su esposa, su compañera; así pide a Luna que suba con él, en un dulce vals con el que compartieron la felicidad que llevan dentro y que les provoca su gran amor.

Al ser la presentación de su nuevo disco «Esencia solar», pudimos disfrutar de canciones como «Mi fe». A paso firme se continuó con canciones que el público ya guarda profundamente, pero también abrió la oportunidad de tener sorpresas. Así es como uno de sus grandes amigos se sube con él, León Larregui comparte escenario. El multifacético Adán ha sido productor de los discos como solista de León y hasta de Devendra Banhart: Larregui y Jodorowsky entonan precisamente «You’re the one», tema que originalmente interpreta junto a Banhart.

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Adán no se siente presionado, fluye en conjunto con sus músicos, de los cuales se da el lujo de apreciar bajo las luces, de hacer bromas, de contar anécdotas; la música en sí misma es eso, se cuentan historias. Así sonaron «Amor si fin» y «La de color café»; luego se baja del escenario, se salta la valla, los músicos lo siguen, baila en fila con su gente, la batería se desarma y suena a carnaval.

El momento fuerte y anhelado también se hizo presente con «Collar de perlas», las voces debajo de la tarima resonaron, hicieron suya la canción y Adán los deja apoderarse ese momento.

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Sin buscarlo llega el inevitable final, y aunque estuviera más que acompañado, con «Me siento solo» se llegaba al momento cumbre, entre arreglos, coros y una excelsa guitarra que nos lleva dentro de un rock rico y retumbante; cierta satisfacción nace desde nuestros oídos hasta el más profundo rincón de la piel.

Quizá haya sido mucho, quizá nunca es suficiente, quizá solo fue lo preciso y exacto: quizá solo se trata de Adán Jodorowsky.