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Por Pam N.
Ondjaki
Novela
Almadía, México, Colección Mar abierto, 2008, 143 págs.
<<…¿Sabes qué dice mi abuela, Ro?
No… ¿Qué es lo que dice?
Que cuando vivimos los mejores momentos de nuestra vida nunca nos damos cuenta…>>
La infancia es una de las etapas más novedosas en la vida, pero puede ser diametralmente opuesta dependiendo de dónde se pase. Ondjaki captura en Buenos días, camaradas la mirada de un crío curioso de África, acercándonos a ese continente con un testimonio de primera mano.
Con una narrativa de algún modo autobiográfica, Ondjaki (1977), impregna las páginas de la curiosidad de un niño de diez años; curiosidad derramada sobre muchos vértices.
La siente por los cambios de su sitio de origen, Luanda, el cual le relatan antes no era libre y ahora lo es gracias a que dejó de ser colonia portuguesa; pero por el contar de sus conocidos, era mejor antes.
También está intrigado por los cambios naturales en esa etapa temprana de su vida, por las revueltas en Luanda (que a su edad parecen más graves), por los elementos delineadores de la construcción de su país, por los primeros adioses.
Dos hilos se entretejen principalmente entonces en esta novela: se puede mirar al protagonista en un primer acercamiento con su hogar como ente político, a la vez que se goza el asomo de la ingenuidad de ese varón cuando muestra admiración hacia los adultos circundantes, mismos que son casi parte de su familia, así como por sus maestros, esos camaradas cubanos que lo fueron a educar literariamente entre muchos otros niños.
Los camaradas cubanos, dicho sea de paso, no sólo llevaban letras consigo, sino también la intención de guiar a la nacientes juventudes comunistas, cuestiones que en palabras del autor, forjaron en gran medida su pensamiento ya siendo un adulto. La solidaridad del movimiento socialista de los cubanos los hizo alejarse de su patria para evitar que Angola fuera invadida por Sudáfrica, lo cual causó en el pensamiento de los angoleños de esa época un mirar reflexivo y consciente de la realidad más allá de las fantasías infantiles, de lo cual deja testimonio este libro nada pretencioso y en extremo disfrutable.
Ondjaki consigue un imbricado entre política y sutileza gracias a un ojo bien entrenado para encontrar belleza en pequeños detalles, logrando una obra que transcurre ágilmente. Además, está publicada por una editorial que hace especialmente disfrutable la lectura de todos sus libros gracias a su creativo diseño editorial.
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