Por Morelia Martínez Rodríguez.
Si hay algo que nos caracteriza a los devotees mexicanos, es la paciencia. Nueve años. ¡Nueve malditos años de espera por fin terminaron! Poder ver las sonrisas de Dave, Mart y Fletch en el escenario, poder escuchar esos clásicos que jamás pensé disfrutar en vivo. Verlos, sentirlos. Disfrutarlos. ¿Fue mi imaginación, o los Depeche Mode lucieron más frescos que en sus anteriores presentaciones en nuestro país?
La espera fue ridícula, comprar los boletos casi un año antes sin saber si estarías vivo o no para por fin verlos. La cuenta regresiva… demonios. ¡La cuenta regresiva! Por fin el día. El domingo 11 de marzo, alistar las cosas, en mi caso trasladarme de la capital michoacana hacia el monstruo de Ciudad de México y regresar ese mismo día, caray; cómo pasan los años que uno se da cuenta que ya no se tienen 18 años.
Tras algunos inconvenientes como un chofer primerizo y por lo mismo tenerle que sacar el mapita para poder llegar al Autódromo Hermanos Rodríguez, por fin estar ahí, por fin ver el escenario que diseñó el gran, y no solo de altura, Anton Corbijn. Después de 9 años, ya tan solo unas cuantas horas de espera. Lo primero fue comprar una cerveza, $110 pesotes por cierto, pero tener el vaso conmemorativo, el del recuerdo, ese que en todo el concierto lo abracé en cada canción, como si fuera mi corazón, para que atestiguara lo que estaba pasando esa noche; una noche histórica, llena de emociones, de agradecimientos, de lágrimas, de euforia, de calma, de felicidad. De grandeza.
La banda mexicana Rey Pila, proyecto formado desde el 2009, fue medianamente aceptado entre los fans; si bien hubo algunos que les disgustó su presentación por “quitarle” tiempo a los Mode, creo que es importante remarcar que como a toda banda, les costó y tal vez un chingo estar donde están ahora, agregándole que siempre se han declarado fans de Depeche Mode. ¿Se imaginan cumplir su sueño realidad? No hay que ser tan malos con nosotros mismos.
«Revolution» de The Beatles comenzó a sonar y desde ese momento mis lágrimas empezaron a brotar. «Ya valió…», pensé, y después las luces se apagaron… En la pantalla principal se observaban los pies de «Where’s the revolution» caminando lentamente mientras una música de fondo nos iba guiando… a lo que es el paraíso, un paraíso contestatario y lleno de nostalgias. La pantalla se volvió un cuadro de pintura mientras sonaba «Going backwards». Salieron poco a poco al escenario Christian Eigner, Peter Gordeno, Mart, Fletch… y Dave, en lo alto de la tarima con su singular silueta y sus característicos movimientos de baile que desde el primer momento nos enloquecieron.
Si bien los devotees enloquecimos de verlos, de escucharlos y de sentirlos, me resultó realmente incómodo y un tanto desagradable, que muchas personas estaban ahí por “moda”, y no por ser realmente seguidores de la banda, lo cual nos quitó tiempo y espacio a los que de verdad esperamos nueve años para verlos. ¡Pero vamos! Es un concierto abierto para todos, y si los Mode ganaron fanáticos, chingón; eso sí, los que estuvieron cerca de mí sí conocieron a una loca que cantó todas las canciones, lloró, brincó, gritó desesperadamente, aplaudió y levantó sus manos en todo momento, recibiendo a cambio miradas tipo «WTF!».
Irónicamente «Ultra» ha sido uno de los discos que más me reconforta y me lleva a una paz espiritual, sabiendo la pesadilla que fue para la banda; por lo tanto escuchar «It’s no good», «Barrel of a gun», «Useless» y posteriormente «Insight» a capella por Mart -mi canción favorita de «Gore» por cierto-, fue realmente IN-CRE-Í-BLE, ¡jamás creí escucharlas en vivo y menos en una sola noche!
Con «Home» pude haber muerto en ese momento y hubiera sido completamente feliz. Con «In your room», Corbijn nos dio un momento para poder disfrutar de su corto, adentrarse en la vida de alguien, de invitarlo a su mundo, a su espacio, a su cuarto. «Wheres’ the revolution», «Everything counts», «Stripped» y por supuesto, «Enjoy the silence» y «Never let me dow again». Se creía que el paraíso había terminado, pero todavía más sorpresas nos esperaban: «Strangelove» a capella por Mart y Gordeno. Siguieron «Walking in my shoes», «Question of time» y «Personal Jesus».
Para los verdaderos devotees, fue un sueño hecho realidad, lástima que los 65 mil asistentes no lo reflejaron de esa manera. Pero una vez más, ¡GRACIAS Depeche Mode! See you next time!
Fotos de Chino Lemus cortesía de OCESA.
Morelia Martínez Rodríguez. Me llamo como la ciudad donde vivo y resido, pero no nací aquí. Enamorada de la capital michoacana. Soy una devota de la música, todo gira en torno a ella. Escucho a Depeche Mode, Draco Rosa, The Beatles, Joaquín Sabina, Blur, el rock clásico y a Los Panchos principalmente; pero siempre abierta a las nuevas propuestas. Amo a mi familia y a mi perrito Mou de 12 años que siempre me acompaña en la travesía. Disfruto mucho de las películas y documentales de música. Trato de acudir a todos los conciertos que pueda, es lo mejor que puede existir.
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